Del DIAMAT a TIAMAT
2 de diciembre de 2016Lecturas totales 2,165 , Lecturas hoy 4
Frank G. Rubio
Contactados y Colapsados en la época del kippel.
Un anillo para gobernarlos a todos. Un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos y atarlos en las tinieblas…Tolkien.
En esta era digital en la que el espectáculo va alcanzando cotas casi impensables de difusión, con la consecuente devaluación y tergiversación de la experiencia de lo real en individuos y sociedades, en la etapa que algunos analistas han denominado de lo “hiperreal”, caracterizada entre otras cosas por la sucesión pertinaz y acelerada de simulacros, cuando ya no se persigue otra cosa que la verosimilitud de lo que se nos cuenta y no su veracidad; en esta época, repito, de continua transición hacia lo imprevisible surgen, en el ámbito ideológico institucional, diversas escolanías que propenden a legitimar con supuestos discursos críticos la implacable dominación financiera y tecnocrática que va imponiéndose sobre el mundo entero y sobre todos los ámbitos de la vida.
No es la primera vez, ni será la última, que los intelectuales participan gustosamente en la gestión del imaginario que necesitan las tiranías. Legitima no sólo el que apoya expresamente la dominación, también el que conscientemente inhibe la resistencia a ella. Globalización, Estado Mundial, Gran Sociedad y otros conceptos no menos huecos, necesitan de la sucesión acelerada de paradigmas…obviamente con la colaboración de no menos originales y asalariados “maestros pensadores”.
La recepción fundamentalmente acrítica de la obra de Michel Foucault1 en las universidades norteamericanas, donde se ha convertido en el referente básico desde finales de los setenta de la “corrección política”, es uno de los momentos estelares de este proceso que abarca varias décadas. Al desarrollo de las técnicas de persuasión cada día más intrusivas y elaboradas, en muchos casos originadas en el área de lo militar, corresponden innovaciones doctrinales y cognitivas más que relevantes.
Tras la “caída del Muro” los despropósitos ideológicos que dieron origen a una práctica genocida sin par durante más de setenta años (con mucha más mortandad e incidencia que la provocada por el fascismo o el nazismo)2, la cual afectó a centenares de millones de personas en los más diversos rincones del mundo, sobrevivieron galvánicamente reanimados en las universidades y sectores productivos culturales y mediáticos de sus supuestamente victoriosos y democráticos adversarios.
La sustitución del gobierno de los hombres por la administración de las cosas, viejo ideal ilustrado de corte despótico, o el no menos difundido eslogan de que los filósofos han de abandonar la tarea de tratar de comprender lo real para mejor afrontar su transformación, son parte de una misma corriente de nihilismo que acompaña decisivas y mortíferas transformaciones, tanto en el orden geopolítico como en el espiritual y psicológico. Las ubres secas de la madre muerta que engendraron: la Revolución francesa con sus más radicales aportaciones y el marxismo, persisten segregando “hegemonía” y “multiculturalismo”. No quedan tan lejanos los tiempos donde todo tipo de intelectuales sumaban sus voluntades y esfuerzos a la defensa y difusión de los dogmas del materialismo histórico y dialéctico, según la versión escolástica dictaminada en Moscú. Los días del DIAMAT3…
Nuestra época, como aquella que precedió a la descomposición definitiva del Imperio Romano, ese periodo del cual se ocupa E.R.Dodds en su excelente trabajo: Paganos y cristianos en una época de angustia, está caracterizada por la inseguridad y la desorientación. Luchas exteriores, rebeliones internas, continuas epidemias e incertidumbre en todos los órdenes de la vida, era lo único que el romano antiguo de los siglos II y III, como el actual y forzado usuario del siglo XXI, tenía ante sus ojos. Pero al contrario que en aquellos tiempos lejanos, de los cuales tenemos un conocimiento asaz incompleto, la mayor parte de los fenómenos que generan inseguridad en nuestro aquí y ahora proceden de actividades conscientes y organizadas de quienes, utilizando cada día más sofisticados recursos consagrados a la persuasión y al manejo de la información, propenden de manera sistemática a la erosión y corrupción de los mecanismos básicos de la representación. La deconstrucción es sólo un mero síntoma que se manifiesta en el estrecho y provinciano ámbito académico, una magia de baratillo para uso de modestos aprendices de brujo situados en las burocracias universitarias.
Moshe Idel, uno de los mejores conocedores vivos del misticismo hebreo,señala: Mientras que el radicalismo de la cábala estuvo dispuesto a deconstruir el texto para encontrar a Dios a través de una experiencia más directa dentro del cumplimiento del ritual tradicional, el deconstruccionista moderno debe primero matar a Dios o el sentido trascendente para divinizar el texto.
Otro síntoma, uno más pues, sería la aparición del “realismo especulativo”, una escuela filosófica surgida en el ámbito de lo que se ha denominado Posmodernidad, la cual no es otra cosa que la culminación agónica de la Modernidad y/o su supuesta y necesaria negación dialéctica para mejor potenciar la emergencia de una nueva síntesis. Aunque el auténtico mensaje son los usuarios de las sociedades proclives a esta innovaciones, y a su circulación, como meretricias modas de pensamiento. Esos sujetos lábiles y “liberados” en estado semicomatoso de disolución psíquica son consumidores potenciales ideales de todas estas prevaricaciones intelectuales.
La historia de Occidente podría ser contemplada, de manera muy general y alegórica, como una sucesión de perspectivas en sentido nietzscheano. A una perspectiva trágica le habría sucedido una imperial-escatológica y a esta, ya culminando en un escenario definitivo y terminal dominado por las maquinas y una aberrante y billonaria presencia bípeda, una emergente y frágil perspectiva planetaria. El “último hombre”, manejado por titiriteros en la sombra, entra en escena.
Este texto que el lector tiene ante sus ojos nace de la coyuntura provocada por una presentación del primer volumen de una trilogía escrita por un representante de esta escolanía filosófica denominada por algunos: “realismo especulativo”. Me refiero a Eugen Thacker y a En el polvo de este planeta4, primera entrega de su Horror de la filosofía. Se habla afectadamente en la obra de la inquietud y el pavor que provocan en los cultivadores de esta nueva rama del realismo la contemplación de los límites de su disciplina; sin embargo lo que se pone en circulación con esta excusa crítica es una mistificación de las mitologías que saca a escena, cuidadosamente tergiversados, saberes “prohibidos” vinculados a la alquimia y al hermetismo.
En la página 58 de la edición española del artilugio, por cierto excelentemente editado por Materia Oscura, encontramos esta aserción programática expuesta como una interrogación:
¿Cómo repensar el mundo en términos no pensables (es decir en ausencia de un punto de vista antropocéntrico y sin la ayuda de una metafísica del ser)?
Los intentos de “disolver el sujeto” realizados en los sesenta fundamentalmente en el ámbito parisino mediante la reconversión del método estructuralista, aplicado con cierto éxito en la lingüística y la antropología, en algo similar a una antimetafísica que incorporaba un antihumanismo doctrinal, cristalizarán, tras la deriva postmoderna y su apología del “pensamiento débil” (tan conveniente a los desarrollos político económicos globalizadores del capitalismo “de amigos” dirigido desde Occidente), en una propuesta de platonismo invertido avant la lettre. Por la cara como veremos a través de peculiares argumentaciones llenas de referencias a saberes arcanos descontextualizados y a materiales procedentes de la literatura, el cine y la música; muchos de ellos extraídos de la cultura de masas tras ser filtrados por una muy peculiar, unilateral y empobrecedora lectura. Por ejemplo cuando se habla de la sabiduría oculta:
A pesar de todas las críticas de Agrippa a la ciencia y a la religión, el enfoque de su obra encaja perfectamente en el humanismo de su época: para él, no sólo es posible que la humanidad conozca el mundo, sino que a través de prácticas ocultas puede conseguir una “unión” más elevada con el “Creador de todas las cosas”. En un presente esquizofrénicamente partido entre los fanatismos religiosos y la adoración maniática del poder de la ciencia, todo lo que nos resta es el hermetismo del mundo, su resistencia impersonal a todo lo humano “tout court”.
No creo, lector amigo, que el momento histórico del sabio renacentista (1486-1535) no estuviera marcado por las muy intensas luchas religiosas de su tiempo, ni que en la actualidad haya una “adoración maniática a la ciencia” a la que “sólo” pudiera uno resistirse con el tipo de nihilismo impostado que propone Thacker. En cuanto al entrecomillado de los posibles frutos de las prácticas alquímicas y mágicas sólo es factible en un profano (comprensible) o en un ignorante (penoso que pueda enseñar en un ámbito universitario). Quizás sea incluso algo peor, como tendré en breve ocasión de exponer. Y no contento del todo con las sofisterías expuestas continúa con su “argumento”:
Es por ello que en la filosofía oculta tradicional el conocimiento era secreto, mientras que en la de hoy en día lo que está oculto es el mundo, y en última instancia sólo podemos conocerlo en su hermético ocultamiento. Lo cual implica, a su vez, que mientras tradicionalmente encontraba sus raíces en el humanismo del Renacimiento, la nueva filosofía oculta será anti humanista, pues su método es revelar lo no-humano en tanto límite del pensamiento.
Cada día me parece más obvio aquel aserto procedente de los clásicos que dice: A aquellos que los dioses quieren destruir primero los enloquecen… Veamos:
El conocimiento obtenido por magia negra no es ni del mundo tal y como se nos da a través del Logos divino, ni el producido por las maquinaciones de la razón humana; la magia negra más bien es -o pretende ser- un conocimiento del mundo como algo esencialmente hermético, y no ya como algo dado (religión) o producido (ciencia). Es por ello que su resultado es un conocimiento oculto, y por lo que sólo deviene aparente dentro de la topografía del círculo mágico.
Yo, queridos amigos, para este viaje hacia lo insensato me quedo con los Rituales satánicos de Anton LaVey o con El día de la Bestia de Alex de la Iglesia de bastantes más parcas pretensiones, mayor riqueza alegórica y menos funambulismos verbales de corte batailleano-pedestre. La Universidad está claro se ha convertido en una fábrica de cuadros para la distopía, no es raro que la gentuza de Podemos, o la mayoría de los asesores de los grandes partidos y cargos medios y altos de la Administración y las corporaciones privadas, proceda mayoritariamente de este erial.
En un enigmático texto de 1958 titulado “El planeta obstruido”, Georges Bataille intenta algo inédito en cualquier tradición mística: concebir un misticismo no-humano que rechace todo tipo de personificación antropomórfica. Describiendo un “planeta obstruido por la muerte y la riqueza”, Bataille evoca un “grito” anónimo e impersonal que desgarra las nubes. En estas nubes y en este planeta –planetas y nubes que deben ser tomados de forma literal, no metafórica- el pensador francés encuentra, no sin cierta ambivalencia, que el conocimiento es la concordancia del organismo con el medio del cual emerge. Podemos leer en esta frase algo aún más específico: es la concordancia del medio con el organismo lo que, en última instancia, constituye el conocimiento.
Cuando se habla de lo “literal” ¿qué se está queriendo decir? ¿se está mencionando acaso y de pasada una concepción científica de la atmósfera? ¿hay algo relacionado con la ecología en esto? Lo dudo.
Al “capitalismo de amigos”, similar al “socialismo científico” que derivó en la tiranía de una “Nomenklatura”, le corresponden estos saberes hermético-delirantes que se solapan con “cosmismos” y “transhumanismos” de facto. Mafia potagia y esclavitud generalizada envueltas,para cuadros medios en antihumanismo ideológico justificado filosóficamente. En el mundo grotesco de las Artes, como en el mundo mediático masivo, imperan juegos narrativos ubicuos que extravían a los espectadores de sus coordenadas habituales en un contexto de desorientación generalizada y compartida entre “creadores” y usuarios de “cultura”. Hace muchas décadas que el “hombre nuevo” de las vanguardias resultó ser poco más que un deleznable y efímero homúnculo: el ciudadano democrático actual, Mr. Zombi, tras el mortífero sablazo del “homo sovieticus”.
Londres 2007: en la Universidad de Goldsmith Alberto Toscano, un teórico de la cultura italiano, marxista, traductor y experto en Alain Baudiou, modera una reunión de jóvenes filósofos…es aquí donde “nace” el “realismo especulativo”. Sus nombres: Quentin Meillassoux, Ray Brassier, Graham Harman e Ian Hamilton Grant. Para todos ellos da la impresión que es más fácil pensar el fin del mundo que el fin del capitalismo en función de lo cual lo cual deciden participar activamente en la continuación del proyecto de George Bataille: la profanación sistemática del Mysterium Magnum.
Como señala Jacob Boehme:
Toda esencia y vida sensible ha venido del Mysterium Magnum, como de un flujo y réplica de la ciencia divina; en lo que hemos de comprender dos cosas, la libre voluntad del abismo y el uno esencial de la voluntad, y como ambos son una réplica del abismo en cuanto fundamento de revelación divina; como son dos y sin embargo solo uno, y de ellos ha salido el tiempo y el mundo visible junto con todas las criaturas y han entrado en una hechura.(La negrita es mía)
¿Qué voluntad de poder anima esta forma de nihilismo, autoproclamado como tal, que tan buena recepción está encontrando en círculos académicos y mediáticos? ¿Acaso no resulta significativa su difusión masiva, entre otros medios, por la tenue conexión que se hace con alusiones descontextualizadas a las obras de Lovecraft y de Ligotti en una serie de televisión?
La clave de bóveda la encontraremos en la obra de un filósofo francés, Alain Baudiou, que considera a la multiplicidad como real, lo auténticamente real, y a la teoría de conjuntos como único camino hacia la verdad. Baudiou obviamente no es un formalista matemático sino algo así como un neopitagórico. Es partidario de un platonismo invertido que niega la unidad e incluso en su demencia, compartida por numerosos ínclitos procedentes de la militancia académica y política en el gansterismo maoísta que profesa, asevera que la Naturaleza no existe aunque si existen algunas entidades naturales. Según él la Revolución Francesa se explica como un infinito múltiple llegando en su grotesca afección a la politización del saber a elaborar un matema del evento revolucionario.
Ya en el siglo XV el descubrimiento humanístico del corpus pitagórico, combinado con desarrollos contemporáneos de la numerología cabalística, dio origen a la política revolucionaria de gente como Savonarola; digno predecesor de miserables como: Babeuf, Lenin o los jesuítas.
Si esto fuese así: ¿como es posible que lo dado no se presente ante nosotros como puro caos? La respuesta es que debe haber una estructura estructurante que nos asegure contra esto, una metaestructura…Ya tenemos aquí, sacada de la chistera, la entelequia favorita que en gran medida subyace al “pensamiento” postmoderno: otra liebre de marzo. La respuesta dada en el lenguaje de la teoría de conjuntos es, más o menos, que el conjunto de todos los subconjuntos de un conjunto es la metaestructura que nos releva del peligro del vacio y establece el reino del uno. Obviamente con minúscula. Otro “humptydumptismo” de garrafón al que son tan aficionados los defensores del totalitarismo político que “hacen filosofía”: los seguidores de Michel Foucault, su mentor, con sus monótonas y simplistas consideraciones sobre el Poder/Saber.
Resumiendo: en la base de todo está la nada lo cual, en el caso de Heidegger, produce angustia pero en el de este insecto con forma humana lo que se manifiesta como principio es el conjunto vacío. A lo que añade que si queremos realmente ser sujetos humanos y no animales tenemos que hacernos a esta idea y enraizarnos en el más rotundo nihilismo. Es decir: “conectarnos”.
Marx-Matrix-Zen…
Y mientras andábamos alelados con estas gilipolleces de manual, que sí llegaban de París y no eran cigüeñas, la tecnocracia iba implantando, minuciosamente en la vida cotidiana (y en las más estratégicas decisiones del poder), a los computadores y toda su casuística de: mecanización, burocratización, digitalización, hiperconexión y, claro está, la previsible desrealizacion de la experiencia; tan conveniente para venderle a la gente que la mejor manera de salir de “la matrix”, que ahora es como se denomina al sistema de las apariencias, es conectarte mediante un implante a la auténtica realidad, mediante cibergnosis, a quien sabe qué saludable egregor de bits.
Creo que voy a vomitar sobre el teclado, boys…Porque no hay otra cosa, ni tan siquiera cosas y así todo queda, más que en casa, en piara. En piara de contactados en proceso de abducción.
No es raro que Heidegger comentase como esta “securización” del pensamiento, que tiene su origen antes de Baudiou con el inefable Descartes y susideas claras y ciertas, este concepto funesto de una verdad que ya no es “aletheia”, ya venía servido tanto en el comunismo soviético como en el pensamiento dominante procedente de los Estados Unidos. La nueva Europa se fundamenta es esta nada que se desliza bajo nosotros con el fluctuar cuántico-digital del superacelerador de partículas: nueva apelación a la gnosis ctónica de CERNunnos.
Esta cuadrilla, como otras anteriores que han degradado el pensamiento filosófico difundiendo mitemas de saldo que han tergiversado lo real, como lo hacen los periódicos o la televisión, a generaciones enteras de estudiantes, por motivos políticos deleznables muchos de los cuales lindan con lo criminal, es un movimiento NEO-pitagórico más de los varios que han tenido lugar en la Historia y que, como señala Max Weber, lo que expresan son las inquietudes y mentalidades escatológicas de élites intelectuales que se sienten desplazadas de los ámbitos de ejercicio del poder.
DROMOCRACIA Y MEDIACIÓN OSCURA. EL RETORNO DE LOS COLAPSADOS
(A modo de conclusión)
El tiempo se sale de sus goznes. Hamlet.
Arrastrándome en enjambre hacia la superficie de Vodafone Sol, purificada ya la plaza de cualquier humanismo más o menos factible por el infausto simulacro denominado 15M, y ante la presencia inmediata, discordante y mendaz del edifico de Apple, él mismo apoteosis alegórica de la Discordia Imperatrix Mundi, me vino a la cabeza la peregrina idea de que toda la sordidez, depravación zombi y deleznable espectáculo que me rodeaban procedían de haber entrado de lleno nuestro mundo, subrepticiamente sin duda, en el horizonte de sucesos de un agujero negro.
Nuestro inMundo.
Las sociedades están pues condicionadas por sus vehículos: caballo, ferrocarril, avión, nave espacial…La ciudad sería como lugar de trayectos: el último vehículo. De manera que la velocidad consiste en un modo de relación entre el espacio, lo extensivo, lo material, y el tiempo, lo intensivo, lo inmaterial.
“Virilio constata que el decurso histórico muestra un crecimiento del nivel de velocidad, lo que equivale a un aumento de la primacía del tiempo sobre el espacio, vertiginosa e implacable imposición de lo intensivo sobre lo extensivo. La materialidad tiende a disolverse debido a la aceleración de la vida, aceleración que entabla un combate prodigioso contra la pesadez”.
Nuestra experiencia fenoménica dependería en primer lugar de la velocidad de aparición de la realidad ante nosotros, siendo como escribe Paul Virilio: el primer gran modo de mediatización de la experiencia de la realidad y aquello que disiparía más efectivamente en todos los dominios la ilusión de la inmediatez.
Leonardo Marcos Oittana, en un trabajo sobre el pensador y arquitecto francés, nos comenta:
La velocidad no es estrictamente un hecho fáctico, sino más bien una variable del movimiento, una instancia decisiva que determina unos espacios y tiempos particulares, es decir, unas modalizaciones espacio-temporales específicas, unas intensidades de experiencia. Así entendida, la velocidad es antes un medio que un movimiento: un medio de control, de comunicación, de visión, de percepción o de relación, en todo caso un medio de vida.
“Para Baudrillard, en efecto, la realidad inmediata tiende a una situación de inmaterialidad mediada, la cual se consuma con la llegada de los medios masivos de comunicación, puesto que estos trastocan la realidad representada a favor de una hiperrealidad simulada.”
“La paradoja primera, que explica la completa colección de paradojas de la aceleración, está en el hecho de que la velocidad del movimiento desemboca en estados inerciales: a más velocidad, más inmovilidad. El progreso dromológico5 concluye en el retroceso”.
No nos equivocamos cuando percibimos, a la vez, que no hay tiempo (duración) para casi nada y que lo real se ha ido, o se está yendo, a garete…Sin obviar el continuo reciclamiento a través de la moda de las décadas que nos precedieron, sombra de la sombra.
“La revolución de las transmisiones implica “la capacidad de alcanzar la barrera de la luz”, lo que da lugar a “la noche de un tiempo sin espacio” que inaugura “un planeta en suspensión en el tiempo”.
“Pero he aquí que los modernos medios de comunicación, sobre todo los electrónicos, se enfrentan con una barrera, la de la luz, que ya no pueden franquear, hecho que señalaría el fin, el agotamiento del progreso dromológico, al menos tal como hasta ahora se nos ha presentado”.
“El tiempo cronológico es un tiempo que avanza, que progresa según un futuro que adviene y un pasado que se conserva como tradición: es el tiempo irreversible que produce la historia, y que describe la historiografía clásica. Es el tiempo del modelo de la representación clásica, es el tiempo de la modernidad. Ahora bien, la velocidad absoluta propia de la revolución de las transmisiones culmina el progreso dromológico desencadenado con la revolución de los transportes, determinando, por consiguiente, una situación compleja que nos haría ingresar de lleno en un nuevo tipo de sociedad, en una formación social esencialmente ligada a los fenómenos de comunicación y al elemento de la información”.
“Desde esta perspectiva, pensaremos a los medios de comunicación como “fabricas de velocidad”, como máquinas de aceleración, antes que como aparatos ideológicos, instancias de afección o extensiones del hombre”.
“Con la revolución de las transmisiones y las comunicaciones, el tiempo se independiza de la extensión material, el espacio se virtualiza, la realidad se desdobla en realidad y telerealidad. En este sentido, a partir de la consolidación social del carácter estereoscópico de lo real, “estamos preparados para abandonar nuestros hábitos de ver y de pensar, para aprehender un nuevo tipo de “relieve” que vuelve a cuestionar hasta la utilidad práctica de la noción de horizonte y, por tanto, la “perspectiva” que hasta ahora nos permitía reconocernos aquí y ahora”.
“Tendencia hacia el movimiento sin móvil, sin roce, lo que entrega un tiempo sin espacio, un acontecimiento sin historia. A partir de esta situación, la aceleración máxima de la velocidad de la luz se convierte progresivamente en una verdadera mediatización de la experiencia”.
Mundo para nosotros y mundo sin nosotros, como gustan de evocar los realistas especulativos. Transhumanismo y extinción: las requisitorias del infecto Stephen Hawking.
En realidad un mundo indiferente a nuestros designios fabricado por los pontífices de la desolación, meros vectores de telepresencia de los Colapsados: ellos mismos una nube de piojos danzando una melopea cuántica, asequible sólo a la Máquina Salvaje6, que transitan hacia acá desde hace milenios perforando el Tártaro.
Sin obviar para una mejor comprensión que el hacinamiento de bípedos aletargados abre, como se señala en el film japonés Marebito, portales al inframundo; es decir al mundo de los muertos.
Por ello es inquietante el tránsito, ya perceptible, de lo hiperreal a la mediación oscura de la que se ocupa el artículo seminal de Renata Lemos Morais:Sky High, Skin Deep. Dark Technologies of Mediation. Y a ello nos referimos con alguna interpolación propia esporádica en lo que sigue.
“Mientras los medios digitales funcionan en un ámbito electrónico, los nanomedia frecuentemente lo hacen en ambientes químicos. Flujos de mediación que antes estaban restringidos a los circuitos digitales pueden ahora circular a través de la materia misma, posibilitando su reprogramación”. La materia programable, “música en la sangre”7, esta configurada mediante procesos persuasivos de mediación oscura que son responsables del ensamblaje de materiales en diversas tecnologías: autómatas celulares, maquinas autoreplicantes, arcillas electrónicas y ferrofluidos.
La materia programable no es sólo un poder de creación, también puede convertirse en un oscuro poder de borrado y disolución, pues todo lo programado puede ser fácilmente desprogramado. Todo lo que puede ser utilizado para integrar o ensamblar puede ser a su vez desintegrado o desmantelado de la misma manera.
Con este significativo párrafo termina Ben Woodard su libro Ungrounded Earth:Debemos cultivar la búsqueda de una nueva tierra aunque termine en un
fracaso repetido, pero en un sentido que no re-transcendentalice
la tierra original. Cuando la llamada de socorro conduce a
viejos pecios muertos donde los signos de la vida no resultan ser otra cosa sino microbios mortales sin más. Un cuento que termina sólo con el atenuamiento gradual de la biomasa consciente llamada Humanidad.
Insurrección en alza de lo ctónico vestigial expresando sin sutileza la abominación de la desolación: lo que no cae vuela…
¡Bien venido al escenario, mejor dicho a lo que queda de él, Dr. Ariman, le esperábamos!
Una sabiduría perteneciente a un ciclo cósmico desvanecido o extinto del cual aun emanan vestigios estaría cobrando forma ahora ante nosotros y en nosotros: envolviéndonos y traspasándonos.. El Mal sería entonces, como postula el Necronomicon (El libro de los nombres muertos), una ciencia antigua…
Y si hay “alguien” con todas las razones del mundo para ser completamente nihilista sería un “alguien” que hubiese sobrevivido al colapso de un ciclo cósmico anterior y, por veleidades de lo improbable y lo esquivo “acausal”, retornase.Entonces tendría sentido lo que postulaba Bataille: para existir como el mundo debemos dejar de existir en el mundo.
Es el regreso sincopado de los dragones, de la protocósmica Tiamat, de los días sin huella de las estrellas locas y del mismísimo Nyarlathothep.…Y todo a través de los ángulos…e irremediablemente como farsa o caricatura de lo dado.
Y no habrá ya entonces más que Oscuridad: Oscuridad visible y un intenso e irreparable horror cósmico.
Como en otros ciclos de inmanifestación, antes o después, habrá de resolver, definitivamente con su danza Siva, “el destructor”.
Como diría Artaud:Todo debe ser colocado cabalmente, siguiendo un orden fulminante.
¡Qué remedio!
1The Ideology of Tyranny. Bataille, Foucault, and the Postmodern Corruption of Political Dissent. Guido Guiacomo Preparata.
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[…] con lo anterior, y a propósito de los artículos Arimán para dummies y Del Diamat al Tiamat de Frank G. Rubio, además de unas conferencias de Ernesto Castro sobre Realismo Especulativo, me […]