LUZ NEGRA SOBRE AGUA
5 de septiembre de 2024Lecturas totales 198 , Lecturas hoy 1
Frank G. Rubio
Crazy He Calls Me
Ha sido una buena idea proyectar una película en el viejo anfiteatro romano. Uno obtiene consuelo siempre que no mire la pantalla sino al cielo. Joseph Roth.
Archivos Vola, continuando con su vocación de publicación de obras relacionadas con las Bellas artes desde perspectivas heterodoxas, ha traído a la vida en esta ocasión, en el año de gracia de 2024, dos textos sobre el “séptimo arte” muy personales. Rosemary Thorne y Guillermo Mas Arellano son sus autores. Ambos trabajos se sitúan, con distinto nivel de generalidad y metodología, en lo que Ian Jarvie (1937-2023) consigna en su libro Filosofía del Cine como “pensar sobre el cine”. Permíteme lector que le cite con brevedad:
Pensar sobre el cine es posible porque poseemos el equipamiento mental y físico que nos proporciona los materiales para constituir algo que se puede interpretar de manera natural como un mundo, a la vez parecido y diferente al nuestro, diferente en la medida en que el mundo del cine acontece de manera artificial, no natural. Además aunque se parezca a nuestro mundo difiere de él crucialmente por nuestro conocimiento de su irrealidad.
El lugar de las sombras, subtitulado significativamente: “el cine hermético en Hollywood”, propone una perspectiva filosófica de corte metafísico que de cuenta de las creaciones surgidas de la “fábrica de sueños”. El libro de Rosemary Thorne se concentra más bien en un film concreto, también procedente del cine estadounidense, La semilla del diablo. Situado a caballo polaco de Nueva York y Los Ángeles, nombrado con no menor intencionalidad “un Camelot satánico”.
La manipulación de la sensibilidad a través de los cimientos materiales de la conciencia, lo que llamamos cinco sentidos + uno, está en la raíz de todas las artes. Sin obviar el influjo pedagógico del cine: lo cotidiano convertido en película (Roth) En el cinematógrafo es prioritaria la conquista de la mirada, a través de lo que conocemos como la persistencia de la visión. El montaje, la iluminación, el ritmo y los ángulos de cámara alumbran elementos narrativos subyacentes en la luz danzante procedente de los proyectores; todo ello conlleva una experiencia a la que podemos calificar sin duda de cuasi hipnótica (Roszak).
Guillermo Mas es autor de una amplia obra dedicada a las Humanidades, donde no se desatienden los aspectos audiovisuales (Pura Virtud), consagrada en gran medida a la crítica filosófica, política, literaria y fílmica. Rosemary Thorne se ha ido fraguando como una de las voces más originales e intensas que han hecho recientemente acto de presencia en el ámbito del genero terrorífico. Tanto como narradora, también como ensayista (es una excelente fotógrafa y artista manual), manifiesta una sensibilidad perspicaz que le permite rearticular de modo original el campo de lo fantástico. El pacto de las nueve uvas (Biblioteca del Laberinto, 2022), su primera novela, y diversas colaboraciones criticas y narrativas publicadas en medios norteamericanos dan cuenta de ello. Una escritora de la que oiremos hablar; esta es su primera contribución ensayística en español.
¿Qué es el cine? se pregunta Mas Arellano (Ma) en las primeras páginas de su breve pero no por ello menos incisivo y denso libro. Con toda probabilidad la última forma artística significativa alumbrada desde Occidente, en pleno Fin de los Tiempos. Para postular poco después: ningún arte anuda las bajas pasiones y las más altas aspiraciones de los hombres como el cine.
El cine nos ayuda a conjugar nuestra propia Sombra junguiana…
Muchas veces añado esto no resulta demasiado exitoso, como muestra la película de Roman Polanski: El quimérico inquilino (1976). La tercera entrega que culmina lo que se ha dado en llamar “trilogía del apartamento”. De la segunda se ocupa el libro de Rosemary Thorne (RT).
La apertura al doble y el acceso al submundo están llenos de peligros. Ma lo señala también: los muertos sueñan a los vivos para distraerse de los ritmos cósmicos.
Es un libro ambicioso que requiere una atenta lectura, donde se trata de conciliar la “filosofía perenne” con una determinada concepción del cine que no esquiva una consideración histórica de este y sus realizaciones, desde el punto de vista de sus transformaciones esenciales. El mundo moderno como señala su autor tiene sus dificultades con la Otredad (risas enlatadas) Ma sigue en cierto modo la estela reflexiva del pensamiento de Ángel Faretta que, entre oras cosas, concibe el cine clásico de Hollywood como un arreglo de cuentas con la Modernidad.
Como recalco siempre en estas reseñas, no se trata de dar a la gente una sinopsis completa de los textos sino de despertar un justificado interés por su lectura.
“Camelot satánico” plantea un análisis profundo, a la vez muy ameno, de la película El bebé de Rosemary (1966) realizada por el director polaco antes citado en los Estados Unidos. La autora expone con habilidad narrativa sobresaliente la ligazón entre la obra literaria que dio pie al guion, obra del escritor neoyorquino Ira Levin (1929-2007), el rodaje de la película, su contenido y su entorno. Tanto la realización del film, como la génesis del libro, están llenos de correspondencias inquietantes, sentidos ocultos y efectos colaterales que harán de esta película sobre las relaciones sexuales de una mujer inocente con un ente sobrenatural (“incubo”), auspiciadas por una asociación de hechiceros, una de las producciones de celuloide más influyentes de la historia del cinematógrafo. La autora busca un marco de interpretación más amplio que el convencional, propio del mundo cinéfilo; inicia su trabajo con la muerte de JFK y concluye diseccionando el caso Manson, donde encontró una muerte espantosa la esposa del director.
Estar en lo brujo es después de todo, habitar con comodidad lo equívoco. Un libro fascinante y trepidante pues, tanto para los aficionados al cine de terror como para los interesados en el culto al Gran Maestro del No, el señor del mundo de las sombras.
Para terminar y citando a Ma, a Roth y a RT: el cine pretende rebasar las fronteras morales de nuestro mundo perfectamente edificado a través de un desborde de las fuerzas ocultas del mismo. La exaltación de los acontecimientos que tiene lugar en las tinieblas, que convoca el recinto cerrado de la sala cinematográfica, se ha convertido en un símbolo de nuestro tiempo, un tiempo que, tanto por su tristeza como por su comicidad, sólo nos deja la opción de echarnos a llorar.(Roth sobre el encuentro entre Chaplin y Gandhi, el actor y el santo)
El cine, demasiado emparentado con la Máquina y la muerte que esta porta, no es precisamente un himno a la anarquía o la revuelta total, que dijera Artaud sobre Monkey Business (Howard Hawks, 1952). No es otra cosa que una alteración del orden de las cosas, una transformación de funciones y proporciones. Y siguiendo en esto a RT, para mejor terminar: en principio la génesis de la brujería es ser una contra-religión del catolicismo. Por eso su simbolismo son inversiones de los objetos de culto, como la cruz y la misa negra. Se trata de una burla.
La conquista de la mirada por un rito innombrable, percibido por los neófitos y el público en general como una serie inofensiva y necesaria de protocolos técnicos sería un modo de sintetizar esta cuestión; si no me traiciona la memoria son palabras de Roszak cuidadosamente alteradas.
Nosotros, habitantes de una época extrema, somos ya post apocalípticos… el Hombre de Abajo está ya en el altillo… Estos dos libros que no excluyen, todo lo contrario, a Dios, al Diablo y su campo de batalla: el Hombre, así lo revelan.
Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida. Comenzamos a darnos cuenta que esta vida demasiado conocida y que ha perdido todos su símbolos, no es toda la vida. Y la época que vivimos es bella para los brujos y para los santos, más bella que nunca. Toda una sustancia insensible toma cuerpo, trata de alcanzar la luz. El cine nos acerca a esa sustancia. Si el cine no está hecho para traducir los sueños o todo aquello que en la vida despierta se emparenta con los sueños, no existe.
Antonin Artaud (1949)
BIBLIOGRAFÍA, por orden de consulta:
Flicker. (Bantam, USA1993) Theodore Roszak
El cine. (Alianza, 1973) Antonin Artaud
De cine. (Casimiro, 2018) Joseph Roth
Filosofía del cine. (Síntesis, 1987) Ian Jarvie
El lugar de las sombras. El cine hermético en Hollywood. (A. Vola, 2024) Guillermo Mas Arellano
La semilla del diablo. Un Camelot satánico. (A. Vola, 2024) Rosemary Thorne .