ENTREVISTA A FRANK PASSANI
3 de junio de 2024Lecturas totales 514 , Lecturas hoy 1
Por Frank G. Rubio
Autor de: Dystopia Pte Ltd and Other Tales.
FGR: Tu último libro, que presentaremos en Madrid el día 19, publicado tras la crisis fabricada del COVID-19, es una antología de relatos de ciencia ficción…
En efecto. La mayoría de los relatos no están relacionados con el montaje covidiano. Sin embargo, cuatro de ellos sí lo están de modo más o menos directo. En general, lo distópico, lo vinculado a la ciencia ficción y lo onírico se entrelazan aquí y allí, pero esos cuatro relatos forman cierta unidad temática que tuve que abordar inevitablemente ante la vergüenza de lo que las élites nos hicieron con la connivencia de multitud de colaboracionistas. Por lo que se refiere al resto de cuentos, algunos tienen de fondo Marte y Saturno. Son dos planetas que dan bastante de sí, como demostró Ray Bradbury con sus Crónicas Marcianas. También opté por añadir una historia que continuase un capítulo de mi novela Void, concretamente el dedicado a una realidad alternativa en la que las IA derrotan a la humanidad y colonizan el sistema solar.
FGR: ¿Quién es Frank Passani?
Es un traductor de griego moderno y profesor de lengua castellana en Singapur que firma con el apellido materno porque, para los no hablantes de lenguas neolatinas, es más fácil de pronunciar que el paterno. El autor dejó de escribir sus cosas hace años, dado que creía que no tenía nada que decir que no se hubiese dicho ya. Pero entonces, en 2018, se suicidó una amiga suya en Barcelona mientras él estaba en el Extremo Oriente. Se enteró buscando su necrológica en Google tras un mal pálpito. No es que no respondiese por WhatsApp sino que ni siquiera le llegaban los mensajes.
FGR: En 2020 publicaste una novela titulada “Void”…
Su suicidio hizo saltar por los aires mi entendimiento de la literatura. Me puse a escribir de nuevo precisamente como resultado de su muerte, y lo hice ya en inglés por varios motivos: para tener acceso a un mercado más amplio, para experimentar mis límites con una lengua extranjera y porque mi lengua materna, el catalán, todavía arrastra problemas sociolingüísticos derivados del novecentismo político, problemas que no me sale a cuenta abordar. Void, una novela en cierto modo experimental, sirvió no solo como terapia emocional sino como manera de manifestar mil cuestiones filosóficas y literarias que se habían ido acumulando dentro de mí y que jamás habían encontrado salida más allá de su explicitación en conversaciones con íntimos. Cuando presenté la novela a algunas editoriales, en Singapur me dijeron que no interesaba porque podría ser «divisiva» (no lo es, y me consta que se publican novelas que alguien podría considerar divisivas de verdad), mientras que de Australia me respondieron con la estupidez al uso de que un hombre no debería apropiarse de la voz de las mujeres. Entonces decidí ir por el camino de la autoedición, ya que encontrar a un agente literario es una tarea que ríete de Sísifo.
FGR: ¿Cuáles son las influencias literarias más destacadas?
Es una pregunta más difícil de responder de lo que parece, toda vez que los gustos cambian con los años y a ciertos clásicos de enjundia incuestionable los abordas como eso, clásicos que disfrutas sin que se establezca una conexión indeleble por cualesquiera motivos de los que ni tú mismo estás al tanto. En esta categoría caen, por ejemplo, Natsume Soseki y Cervantes. Aun así, digamos que, en narrativa, mis influencias principales son Orwell, Cormac McCarthy, Poe, Lovecraft y Alberto Moravia. En poesía, debo decir que Baudelaire. De teatro leo muy poco, de modo que no puedo pronunciarme. En filosofía, por otro lado, están Platón, Aristóteles y Walter Benjamin.
FGR: ¿Cómo estudioso de la obra de C.S.Lewis qué crees pensaría él del mundo del siglo XXI que habitamos?
Hace unos meses estuve pensando en la tercera novela de su «Trilogía cósmica», que se tradujo como Esa horrible fuerza. En términos literarios es la más floja de las tres, pero curiosamente es donde él entrevió gran parte de lo que está sucediendo. En la trama, una organización supranacional planea controlar el planeta para cambiar la naturaleza humana sin preguntarle a nadie si tal atrocidad le parece oportuna. De qué me suena…
FGR: Eres, por lo que percibo en la lectura de tus relatos, aficionado al cine de ciencia ficción…
Mucho, sí. En uno de ellos hablo de cine y de los filmes que nos gustaban tanto a mi padre, fallecido de cáncer de páncreas en casa durante el confinamiento inconstitucional, como a mí. Compartíamos pasión por Blade Runner con mi hermano. De pequeño vi la serie basada en las Crónicas marcianas de Bradbury. Me fascinó. La volví a ver hace unos años y se confirmó mi temor de que no habría envejecido bien. Al César lo que es del César y a cada época, su arte.
FGR: Vives, como si dijéramos, en un escenario futurista, Singapur. Habla un poco a los lectores de la influencia que pueda haber tenido esa sociedad en tu producción literaria.
Llevo allí catorce años, once casado con una javanesa del país. Cuando pasas tanto tiempo en un lugar, el vínculo que se establece te llama a ligar ciertas posibilidades narrativas al país de acogida. La acción de Void, que dicen que es una expat novel (novela de expatriado), se desarrolla en Singapur, y a la protagonista, una anglo-española que enseña literatura castellana en una universidad ficticia, la imbuí de muchas características de mi amiga fallecida. Por otro lado, algunos de los relatos de Dystopia Pte Ltd and Other Tales también se desarrollan en Singapur. Vivir en una ciudad-estado donde no ha habido un cambio de gobierno desde la independencia de 1965 da mucho de sí para explorar escenarios futuros.
FGR: ¿Hay una ciencia ficción con tonalidad propia en Asia Sudoriental?
No me consta. Tengo la impresión de que en Singapur, Malasia, Indonesia, etc., los tiros van por otro lado: literatura histórica en términos coloniales o postcoloniales y realismo social. Pero algo habrá, desde luego. Más al norte, en Japón y en China, la hay. Sin ir más lejos, una de las mejores lecturas de mi vida ha sido la trilogía de Cixin Liu, que por lo que veo, en castellano se titula «Recuerdo del pasado de la Tierra». La primera novela, El problema de los tres cuerpos, es la base de esa serie malograda de Netflix.
FGR: ¿Cómo percibes España cuando retornas a ella? ¿Está muy avanzado en ella el síndrome distópico?
El biogolpe de Estado ha sido esencial en la aceleración de la distopía española. «He visto cosas que vosotros no creeríais», como dice el replicante Roy Batty en Blade Runner. Que tantos ciudadanos de una nación capaz de imperar allende los mares durante siglos terminaran denunciando a gritos a los vecinos que no llevasen mascarillas, o se sometieran a recibir tres dosis de una substancia tan experimental como dañina para que se les permitiese tomarse un café con un código QR, no vaticina nada bueno. La tecnología de control social se ha optimizado y, por lo que colijo, a la mayoría ya le va bien obedecer a cambio de una sensación de seguridad fantasmagórica.
Por añadidura, cuando vuelves cíclicamente a España al cabo de varios meses en un país tan radicalmente distinto como Singapur, te sientes como el protagonista de La guerra interminable de Joe Haldeman, un clásico de la ciencia ficción en el que los soldados enviados a luchar en otros sistemas solares contra una civilización alienígena se sienten descolocados al volver a la Tierra, dado que viajar por agujeros de gusano a velocidades relativistas les hace volver a casa al cabo de siglos. Ya no tienen familia ni amigos porque todos han muerto, e incluso su lengua materna ha cambiado.
FGR: ¿Qué estás preparando ahora?
Llevo tiempo queriendo dedicarle a mi padre una novela ucrónica ambientada en Japón y Singapur, también escrita en inglés. Por más que ya tenga una idea general, aún no he asido un argumento sólido. Todo se andará. O no.
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