UN TOQUE DE FEALDAD
8 de mayo de 2024Lecturas totales 386 , Lecturas hoy 1
Frank G. Rubio
Cuando no haya más que apariencias en el juego de la representación, el mal comenzará a mostrar su verdadera cara directamente.
Torvo de Ib.
Nadie duda de la ferocidad del conde Drácula cuando atraído por la sangre, y seguro de la impotencia de sus víctimas, muestra su verdadero rostro al extasiado público encajado en las butacas del oscuro recinto cinematográfico. Tampoco puede ocultar la faz de Freddy, a la mirada del respetable, una intensa maldad. Dan cuenta cabal sus aterradoras cicatrices y su aviesa expresión. No hay engaño posible, sus naturalezas se muestran abiertamente a los espectadores; no sólo los cadáveres mutilados, o desangrados, quedan como testimonio de la malevolencia y la potencial amenaza que encarnan estas entidades revestidas de apariencia humana. La verdad se nos revela en el ámbito fingido de este simulacro del sueño que es la recepción fílmica. El mal es feo, repugnante, carente de armonía…y en muchas circunstancias también amenazador. Uno de los motivos de atracción y repulsión del genero terrorífico es este: poder mirar cara a cara a lo maldito y lo oscuro, sin las vestimentas que lo convencional aporta en nuestra sociedad a cualquier manifestación visible, saliendo íntegros del lance y disfrutando además con ello. Los intermediarios son arrumbados y las cosas son como son: monstruosas, peligrosas, aterradoras…Esto ha atraído siempre al pueblo, que sabiamente también,lo teme, pero ha resultado repelente a la casi totalidad de las clases cultas. Más aun desde que se puso en marcha la fantasmagoría que denominamos Ilustración. Lo Gótico surge como manifestación de lo reprimido en un entorno que se quiere luminoso, pedestre y pedagógico; como corresponde a un humanismo para mutilados ontológicos encarrilados, vía guillotina y escuela, por el sendero luminoso de la “mejora de la Humanidad”. Un cristianismo de comadronas.
Las imágenes de lo espantoso, de lo mortífero, tienen un potencial añadido de revelación que es preciso controlar. El género de terror no lo tenia fácil en la España católica y conservadora, por razones muy distintas a las que le afectarán en la rutilante España progresista alumbrada por la Transición. En esta fue apartado a los márgenes de la cultura, como una polilla muerta encontrada en el armario. Narciso Ibáñez Serrador pasaba, de realizar sus Historias para no dormir, a fabricar Un, Dos, Tres…con sus chicas en minifalda, gran colorido, cultura de baratillo, espantosa y omnipresente sintonía musical, dinero para todos, presentador peruano ad hoc y don Cicuta. Metáfora más directa y certera sobre la naturaleza del “cambio” es difícil de encontrar. Las “nuevas” clases ilustradas no querían saber nada de revelaciones vicarias y transitorias de lo maldito y lo obsceno, siquiera para el pueblo, salvo las aportadas por ellos en sus medios de comunicación de masas; siempre bajo un estricto control ideológico y estético que procuraba en todo momento ocultar su nombre. Pilar Miró se encargó, con dilecta diligencia de Comisaria, de expurgar la producción cinematográfica española de todo lo que pudiera exponer lo real al pueblo a través de la ficción fílmica de una manera entretenida, imaginativa y vivaz. Lo pedagógico y lo político triunfaban y se imponían. España pasaba sinuosamente a convertirse en un “país del este”, dotándose de una “nueva clase” que diría Milovan Djilas. Incluso la tradición, con minúscula, de los géneros populares en literatura era considerada peligrosa y convenientemente borrada o ninguneada. Otro tipo de literatura y de cine, en sintonía con los nuevos tiempos, forjadores más eficaces del “relato integrador” requerido por lo que hoy desolados contemplamos, no era otra cosa que una trágica farsa, triunfaba y daba un toque de distinción a sus lectores, editores y practicantes. De este esquema cerril, puesto en práctica durante décadas, viene la idea grotesca de considerar a Almudena Grandes digna de persistir en la memoria colectiva, dando su nombre (no hay casualidades) a uno de los edificios más espantosos y vulgares de la ciudad de Madrid: el Intercambiador de Atocha. Edificado sobre “las ruinas” de la antigua estación del mismo nombre. Y es que el rey está ya completamente desnudo. Ahora podemos ver en, y desde, la oscuridad…porque no queda ya otra cosa.
Todo este preámbulo trata de generar una cierta atmósfera para mejor proponer que la atención del lector se focalice en un pequeño segmento de esta presencia de lo horrible entre nosotros. Me refiero a algo que antes era muy común, patrimonio de todos, y ahora casi ha desaparecido. Aquel saber popular que rezaba: la cara es espejo del alma. Con todas las correcciones y precisiones necesarias, más en una sociedad como la nuestra donde los rostros en la vida cotidiana, no los portados en actividades caníbales o metamórficas como las que muestran los filmes de ciencia-ficción y terror, se disfrazan todos los días ante los espejos. Pero a pesar de todo muestran aun muchas virtudes y vicios que quienes los portan preferirían ocultar. Sobre todo cuando son figuras públicas que cuidan mucho, no sólo su apariencia, sino la imagen que dan en los juegos teatrales en los que se involucran para no solo sobrevivir sino vivir a lo grande. Toda figura mediática oculta, y también expone (el poder político y económico son hoy mediáticos), bastante más de lo que desearía. Hitler transparentaba posesión y comicidad, no en vano imitaba a su pesar a una popular estrella de Hollywood. Klaus Schwab manifiesta senectud y tras escucharle un poco, o leerle, también “maldad”. Ambos son también, o por lo menos a mi me lo parecen, personajes mediocres investidos de una gran influencia por grupos de poder que actúan tras las bambalinas. Perdonad que los haga coetáneos, no lo son pero algo estaré insinuando.
Se ha hablado mucho del potencial de seducción de “las rubias” y el cine nos ha ofrecido una panoplia atractiva de esta variante femenina. Voy a hablar de un par de rubias destacadas, de élite, vinculadas al periodismo; ambas tienen poco más de 40 años. No son especialmente seductoras, ninguna mofeta con rostro humano lo es del todo, pero son mujeres que aparentan ser atractivas desde su profesión. En realidad son personajes de poco fiar y ello se trasluce en sus expresiones faciales y en sus actos profesionales. Vamos a conocerlas más de cerca, más allá de su carácter: como presentadora de televisión, la una, Silvia Intxaurrondo, o de ejecutiva progresista y exitosa de significadas corporaciones de la comunicación norteamericana, Katherine Maher.
NPR (National Public Radio) es el servicio de radiodifusión pública de los Estados Unidos. Fundado en 1970 produce programas para una red nacional con más de mil estaciones. Un bocado suculento para quienes buscan utilizar los medios de comunicación para proponer agendas políticas, comerciales o sociales diversas. En 2024 llega al poder como directora ejecutiva Katherine Maher. Desde 2019 la había dirigido John F. Lansing. Katherine Maher ha estado vinculada a la Fundación Wikimedia, de la que depende Wikipedia, desde 2014. Aquí ha sido Directora Ejecutiva entre 2016 y 2021. Estudió árabe en la Universidad Americana del Cairo e Historia islámica en diversos países. Se graduó en la Universidad de Nueva York en 2005. Ha saltado a la actualidad recientemente por unas peculiares declaraciones sobre el concepto de verdad, que voy a compartir con el lector y que son el leitmotiv de haberla seleccionado:
Nuestra veneración por la verdad puede constituir una distracción que obstaculice la consecución de un terreno común para conseguir que se hagan las cosas. Esto no es decir que la verdad no exista o que no tenga importancia. Está claro que la búsqueda de la verdad nos ha conducido a la realización de grandes cosas. Una razón de que tengamos crónicas tan gloriosas para la experiencia humana en todas las formas de cultura es porque reconocemos que hay muchas verdades diferentes. Estoy segura de que la verdad existe para usted y probablemente para la persona que se sienta a su lado. Pero puede que no sea la misma verdad.
Cualquier persona en su sano juicio reconocerá el lenguaje del engaño en estas palabras. Para quienes ven las cosas con este prisma: “algunas verdades son más verdaderas que otras, la objetividad no es siempre buena. Una investigación libre y abierta puede ser problemática porque excluye lenguajes y comunidades que no participan de una tradición escrita…la verdad es un constructo del hombre blanco…”
En realidad es una variante de lo que yo viví en la universidad durante los años setenta. Los marxistas hacían continuamente afirmaciones sobre la sociedad y la Historia, que no eran verosímiles…cuando no eran mentiras obvias. Pero su linea de defensa consistía en que la lógica formal, o la búsqueda de hechos para falsar o apoyar hipótesis, eran producto de la ideología burguesa. El proletario, por ser la clase del futuro, debía pensar mediante la lógica dialéctica. En ultima instancia: seguir la “linea general” determinada por el Partido. Y este modo de entender lo real, bastante rudimentario e insano por cierto, es el que defiende la criatura rubia y jovial llamada Katherine Maher. Una representante modélica del capitalismo de los managers que es el que hoy existe, gracias al dominio omnipresente de las corporaciones en todos los ámbitos, y cuya fusión con los Estados es una realidad no una fantasía conspiranoica desde hace ya muchas décadas.
La fusión del comunismo con el capitalismo en China continental es evidente. El Partido existe y domina, es una casta… de millonarios. En los países occidentales, presuntamente democráticos, está ocurriendo algo similar partiendo de posiciones distintas. Se está configurando una casta política, no elegida, con mecánicas de “agit prop” y control de la sociedad muy similares a las utilizadas en el pasado por el comunismo chino. Entre los miembros de este nuevo partido, muy 1984, están gente como Katherine Maher y Silvia Intxaurrondo. Esta última es periodista y locutora, varias veces galardonada; tiene además un título en Filología árabe. Curioso ¿verdad ? Gana un sueldo ingente, por encima del medio millón de euros al año, y acaba de promover el Manifiesto contra los bulos para mejor apoyar a Pedro Sánchez, en caída libre tras que hayan comenzado a salir a la luz informaciones, no sólo sobre los negocios privados de su mujer y su relación con un supuesto tráfico de influencias, también sobre graves irregularidades ocurridas durante la pandemia vinculadas a la compra de mascarillas y otros materiales sanitarios.
“No al golpismo judicial y mediático, no a la maquina de fango…” es el eslogan de esta arenga analfabeta, firmada por numerosas medianías de la profesión periodística. Periodistas que apoyan la censura previa. Es también una divulgadora destacada de propaganda anti israelí.
La especialidad de Silvia, cuyo rostro tiene algo de máscara de cera y no transmite confianza alguna, sólo arrogancia, es la propaganda gubernamental. Su misión esta relacionada con los esfuerzos del actual gobierno, muy inquieto por estar perdiendo la batalla de la opinión pública, para convertir RTVE en una variante de Pravda. Lo mismo que está haciendo en los Estados Unidos Katherine Maher con la radio pública. Ambas pueden ser consideradas “apparatchiks” de la clase managerial. Silvia hace causa con el PSOE y Katherine con el partido del burro. Ambas, cada una en su país, se insertan en el ecosistema de las izquierdas oficiales íntimamente vinculadas con ONGs, organizaciones sin ánimo de lucro y grupos activistas de izquierda. Un radicalismo muy convencional, ligado en el caso de Maher al “estado profundo” norteamericano. Otra cosa que las conecta son las “primaveras árabes” con sus revoluciones de color y su disidencia controlada. Farouk Jhinaoui, marido de Silvia, dio una charla en 2016 en una universidad de verano para Podemos. Sus puntos de vista eran los de un activista radical. Pero no nos engañemos con esto, uno de los valedores en medios de esta organización política, hoy en estado de colapso, fue Antonio Garrigues Walker (Trilateral, teatro y Ateneo) la política hace extraños compañeros de cama. Este señor se considera responsable, y se siente orgulloso por ello, de haber conseguido legitimar a Santiago Carrillo como líder democrático. Limítense a mirar fotografías de este personaje y leer sobre sus andanzas. ¿Demasiado directo, verdad?
Terminamos citando un articulo publicado recientemente sobre Katherine Maher en City Journal:
“Maher participó en la oleada de revoluciones de color que tuvieron lugar en el norte de África en la década de 2010. Túnez, Libia, Egipto…En 2011 trabajó con el National Democratic Institute, ONG vinculada al partido Demócrata y relacionada con la CIA. Es la época de Samantha Power una de las más leales colaboradoras de Obama. No hay forma de discernir si Maher era agente activo o estaba relacionada con la CIA. En la práctica estaba promoviendo la agenda del aparato nacional de seguridad que en aquel tiempo buscaba hacer avanzar las revoluciones de color.”
En la actual etapa, tras el fiasco criminal del COVID, una de las prioridades de los grupos dominantes es establecer una red de censura previa global, tanto en la Red como en el resto de medios. Silvia y Katherine son engranajes básicos en esta operación. Maher misma, considerada una nulidad intelectual por Edward Luttwak (National Palestinian Radio) ha sido acusada por miembros de la comunidad de Inteligencia de favorecer a Hamas y estar alineada políticamente con la Hermandad Musulmana. Silvia, dentro de sus posibilidades, camina en la misma dirección. El gobierno de Sánchez esta claramente posicionado contra Israel.
Ambos personajes femeninos traducen en sus rostros la deformidad que implican sus pensamientos y lealtades. Atisban en su propio olor corporal, entendido como metáfora de sus vidas interiores, un repelente hedor a mofeta. Yolanda Díaz ministra comunista del gobierno de Sánchez, seguramente rubia teñida, ha dicho:
A mí me gustaría que nuestro país pudiera tener un jefe de estado como Iñaki Gabilondo, por ejemplo, y que le pudiéramos votar ¿Por qué no?
En el caso del tal Iñaki está demasiada clara la porosidad de su rostro a las carroñas más agusanadas a las que sirve y continuará sirviendo, con diligencia de buharro, para no sacar consecuencias de la frase y sonreír mientras nos tapamos la nariz con un pañuelo repleto de colonia 4711.
Más repulsivo que el futuro que los progresistas involuntariamente preparan, es el futuro con el que sueñan.
Nicolás Gómez Dávila