DELIRIO Números 16 y 17
29 de septiembre de 2023Lecturas totales 351 , Lecturas hoy 1
Frank G. Rubio
DELIRIO Números 16 y 17 (septiembre 2015, marzo 2016)
CIENCIA FICCIÓN Y FANTASÍA
Editado por Biblioteca del Laberinto.
En el umbral del número 18, que llegará a nosotros en un par de lunas, DELIRIO se perfila ya, sin la menor duda y tras varios años de difícil recorrido, como la mejor publicación de sus características en España. Su esmerada presentación, sus ilustraciones y portadas seleccionadas siguiendo rigurosos criterios de excelencia junto con una variedad de textos de alta calidad media y variedad exhaustiva, que recorre sincrónica y diacrónicamente el panorama de lo fantástico y la Ciencia-Ficción, convierten esta revista semestral en algo de muy recomendable lectura y adquisición. Porque, queridos lectores, DELIRIO es algo único; una “rara avis”.
Cada número, con más de 220 páginas, contiene: poemas, artículos, relatos, cómic y puede leerse como una autentica y cualificada antología de materiales diversos relacionados con lo fantástico, lo terrorífico o la ficción científica. Todo ello precedido por introducciones bio-bibliográficas amenas y rigurosas que permiten al lector situarse e informarse sobre los textos que va a disfrutar. Creo que, aunque ya lo haya dicho en otro lugar, no temeré repetirme si destaco su similitud con la fenecida publicación decana española sobre estas cuestiones: Nueva Dimensión.
En el número 16 encontramos dos interesantes ensayos sobre las raíces bíblicas de El Sillmarillion de Tolkien (sin duda es lo que me indujo a abandonar su lectura tras las primeras páginas) o la penetrante aportación sobre la última etapa de Philip K. Dick, convertido un par de veces al catolicismo a lo largo de su trepidante vida espiritual y psicodélica.
Los relatos seleccionados son de calidad en su abrumadora mayoría, destacando las aportaciones de: Tim Powers, Clark Ashton Smith y Clifford D. Simak, todas ellas penetradas por elementos metafísicos, cosmogónicos o escatológicos más que inquietantes. El relato de Jean Pierre Andrevon, El castillo del dragón, donde se combinan la Ciencia-Ficción y la épica neo medieval con ribetes ucrónicos, es una gratificante y sofisticada fantasía escrita a comienzos de los setenta.
El material autóctono está presente también, tanto en su aspecto anticuario como en su faceta contemporánea. Refiriéndonos al primero, destacar las aportaciones cuidadosamente prologadas y contextualizadas por Agustín Jaureguizar (Augusto Uribe) de sendas fantasías sobre el fin del mundo; la primera, de Edgar Neville, es una auténtica obra maestra de brevedad borgiana; la segunda la constituye una peculiar pieza de Ángeles Vicente, teósofa vinculada a la masonería irregular femenina, que satiriza con eficacia el fundamentalismo anarquista tan difundido en aquellos tiempos. Dos relatos contemporáneos en lengua castellana, uno de Ciencia-Ficción (Rodolfo Martínez) y otro fantástico de Sue Burke (nacida en Milwaukee pero residente en Madrid desde el año 2000) completan estas aportaciones indígenas.
Luís Felipe Silva y Daniel Walther son los responsables de sendos poemas y el mismo George Pal comenta a H.G.Wells. Terminar citando tres relatos muy distintos con contenido claramente esotérico. Desde el siglo XVIII nos llega el primero (La hormiga), obra del suizo Emerich de Vattel, con una introducción de gran calidad de Pierre Versins, uno de los más destacados eruditos sobre género fantacientífico que hayan existido y no sólo en lengua francesa. El segundo, obra del decimonónico Octave Beliard, médico iniciado en el martinismo que conoció en persona a Saint-Yves d´Alveydre, estremece nuestra interioridad con la breve, bella y enigmática fantasía El Buda; para terminar con un cuento corto, asaz inquietante, de Robert Nathan, autor de la novela y del guión mismo en que está basada la enigmática y bellísima producción cinematográfica: Portrait of Jennie, dirigida por William Dieterle.
El número 18 recoge firmas de la calidad de: Nancy Kress, Theodore Sturgeon, Algernon Blackwood y Sax Rohmer. La primera se marca una inteligente fantasía en clave de ficción científica sobre los mecanismos de elaboración de los libros infantiles y juveniles en el día de mañana y su trascendencia para el Imaginario. El relato de Sturgeon, excelente, nos habla de una muy sutil invasión extraterrestre basada en la colonización de las mentes de los terrícolas; este relato, perteneciente a una antología traducida al español hasta tres veces, había sido sido omitido por razones misteriosas en todas ellas. ¡Sujeten por favor a James Randy a la camilla!
Blackwood, prologado por Mike Hashley, se marca un relato de fantasmas con niño de gran humanidad y sabor feérico, a pesar de su brevedad. Sax Rohmer no defrauda con un cuento netamente “pulp” sobre los secretos perdidos de la Atlántida situado ¡en las Azores! Excelente el preámbulo de Francis Lacassin.
La contribución autóctona, desigual y fascinante: los fragmentos de El viaje a Marte de Modesto Brocos, sesuda y ampliamente introducidos por Agustín Jaureguizar, muestran el carácter casi patológico de los desarrollos utópicos en la literatura y la política en su fase decimonónica terminal. En cambio, la fantasía juguetona de Santiago Eximeno (Hotel Michael Bay), nos carga las pilas con sus referencias a la incombustible e irreverente Transformers.
Pero como no toda utopía es mala por sí, sobre todo si se estructura en torno a un potente núcleo simbólico, nos encontramos en este numero con la para mi más interesante de las contribuciones: un ensayo de Augusto Uribe sobre El Icosameron de Casanova, donde se exponen con erudición muy interesantes detalles sobre los viajes al interior de la Tierra y los Reinos subterráneos.
No faltan una fantasía lovecraftiana “tout court” obra de Gary Myers, un portofolio dedicado a Kull de la Atlántida en su faceta icónica, obra de Barry Windsor Smith, e incluso un excelente articulo de Mariano Martín Rodríguez sobre Poesía y Ciencia-Ficción. Hasta Frank G. Rubio, a quien conozco muy de cerca, aporta una nostálgica y eficaz semblanza sobre el inolvidable Peter Kolosimo.
Y no olviden nunca leer los editoriales de Francisco Arellano, sufrido y virtuoso editor, donde se dicen cosas verosímiles, muchas de ellas tristes, sobre la naturaleza de las cosas.
La publicación DELIRIO ha recibido el Premio Ignotus este mismo año de 2016.