EL VIRAJE HACIA EL INTERIOR
4 de abril de 2023Lecturas totales 1,220 , Lecturas hoy 1
Frank G. Rubio
Nadie está eximido de defender la libertad que valora…
Pocos escritores más significativos para comprender el siglo XX en su dimensión más profunda que Ernst Jünger (1895-1998). Su larga trayectoria vital lo abarcó en su casi completa totalidad; en tanto que su participación activa en procesos decisivos de la historia contemporánea, que hoy se alejan velozmente de nosotros cada vez más entreverados con dinámicas titánicas, a las que por cierto se refirió y descifró en numerosos trabajos, le convierten en una “rara avis” cuya obra ha de resultar especialmente significativa para aquellos que deseen navegar nuestro confuso presente con una brújula en condiciones. Nada de ello hubiera sido posible sin la profunda y peculiar cualidad reflexiva de su prosa literaria. Porque Ernst Jünger era fundamentalmente un escritor; no un propagandista, como le hubiera gustado hubiera sido a alguno de sus críticos tanto de “derecha” como de “izquierda”. El Totalitarismo no concibe el pensamiento y la comunicación más que en el formato de la propaganda.
Un corpus literario de gran extensión (donde conviven novelas, diarios y ensayos en peculiar armonía) que cobra, en un siglo XXI de cruda expresión futurista, una especial relevancia. Tomando como eje el ensayo La emboscadura (Der Weldgang), publicado en 1951 en la mitad de su trayecto vital, Raúl Andrés Pérez nos ofrece una valiosa interpretación actualizada de la obra del autor nacido en Heidelberg. Haciendo hincapié en lo que denomina “figuras” jungerianas este texto, publicado en un momento muy oportuno, resulta especialmente esclarecedor; quizá más que cuando salió por primera vez a la luz hace ya 70 años. Estas figuras son a modo de arquetipos, núcleos de sentido, que emergen de su extensa obra. Figuras que consigna en sucesión cronológica: el Soldado, el Trabajador, el Emboscado y el Anarca.
Quizá más que en la postguerra, cuando fuera escrito este ensayo, tenga hoy su lectura insisto una mayor utilidad para quienes vivan contracorriente en momentos no precisamente “mejores”. En tiempos escatológicos muchas aportaciones del pasado, incluso del más remoto, cobran una muy intensa actualidad. El desencadenamiento de la dominación técnica que ha tenido lugar a partir de 2020, con ocasión de la crisis “plandémica”, encuentra en este libro momentos brillantes. La descomposición, burocratización y corrupción de las sociedades que se ha manifestado de manera brutal, y aun lo hace, deja pocas dudas del horizonte de catástrofe en el que se desarrollan ya a los acontecimientos. Del animal doméstico como paradigma de moldeamiento de lo humano hemos pasado, en nuestras filantrópícas democracias, al de “animal de matadero”. Todo en unos pocos años. Se hace preciso reactivar un concepto de libertad que haga frente al Estado Leviatán que hoy practica descarnadamente el biopoder desde “lo Terapéutico”.
Perfecta ilustración de la unión de las armas y las letras, como lo fuera Miguel de Cervantes y nos hace notar Raúl, Jünger no sólo participa activamente en los dos conflictos bélicos que marcaron el devenir fundamental del siglo pasado (a los que algunos comentaristas avisados han considerado, más allá de la propaganda sempiterna, una “guerra civil europea” en dos fases) sino que nos ha entregado también muchas páginas donde reflexiona y da testimonio del hilvanamiento de esta cuestión con numerosas apuestas civilizacionales, teológicas y cósmicas.
El reinado planetario de la Técnica, que experimentó en carne propia durante las dos guerras en las que participó, y una hostilidad casi innata hacia la inautenticidad del mundo burgués en el que nació y fue criado, marcan su primera etapa vital. Hay en ella un claro posicionamiento político, que tomó forma en su afinidad con lo que por entonces se calificó como “revolución conservadora”. Está por interpretarse psicoanalíticamente la relación de Jünger con su padre, contra el que sin duda se rebeló; numerosos sueños, y su propio desempeño trágico como progenitor, marcan una senda de investigación que exige sin duda una mente sagaz… aún por llegar.
Es en la postguerra tras el desastre que vivió Alemania, que implicó entre otras consecuencias su división, cuando idea Jünger la figura del Emboscado; es este, entre otras cosas, un emigrante interior…en muchos aspectos similar a la figura del Partisano que había ideado su amigo Carl Schmitt (1888-1985) con el que pronto surgiría una profunda desavenencia. La civilización se va convirtiendo en una cascara vacía, las iglesias se anquilosan y el ser humano es tratado, como lo fue durante el conflicto bélico, poco más que como un animal. La aceleración de la corriente del tiempo coincide con el retorno de los titanes, cuya tarjeta de presentación es la magia-Técnica.
La persona singular, en un contexto de pérdida de la Historia y decadencia de la lengua, realiza el gesto de pasar al bosque. Busca la preservación de su propio yo, al que considera un núcleo inviolable, y también anhela acceder a los manantiales de la moralidad; todo ello en el marco de un tiempo presidido por un intenso nihilismo que se manifiesta exteriormente como adaptación a entornos tecnológicos fuertemente regulados. Desde 1945 Jünger pasa de la acción a la interiorización de la acción. Y en ello se asimila a los brahmanes hindúes que en determinado momento de su trayectoria vital se retiraban al bosque, abandonando la sociedad para mejor favorecer el reencuentro de Atman con Brahman.
Queda abierto con el Emboscado el camino al Anarca, la cuarta de sus figuras, que manifiesta su presencia en su novela Eumeswil (1977) y si añadimos una quinta figura, que me excuse Raúl el hacerlo en esta reseña, a la que denominaríamos “el Visionario”, ya no nos quedaría duda del carácter de fulcro que la obra de 1951 ocupa en la vida de Jünger.
No voy a destripar un libro que requiere una lectura pausada y que confronta la realidad actual a través de una lectura rigurosa pero también creativa del autor de Los acantilados de mármol (1939).
Está en curso desde hace unas décadas, a través del dominio total de la Técnica, una unificación postiza política y espiritual del mundo. De Metrópolis (años 20 del siglo XX) al Estado Mundial, donde todos los indicios hacen suponer que la “paz perpetua” no será otra que la de los mausoleos.
La desintegración de la historia y la unificación automática, la moneda demiúrgica hoy en circulación, despoja cada vez más al Hombre de sus vínculos. En la etapa final disolutiva se fundirán las figuras del Katechon y del Anticristo en un abrazo de oso. Pero en la más intensa oscuridad está ya presente el germen de un renacimiento: el retorno de los Dioses tendrá la cualidad de lo inesperado. Este tiempo titánico donde el nihilismo se predica envolvente y ubicuo puede muy bien sin embargo concebirse como una fase alquímica:
“Si hay algo indestructible en nosotros, entonces toda destrucción sólo puede ser una purificación.”
Y con las aguas, sube a la superficie una fecundidad nueva.
Raúl Andrés Pérez.
Editorial Manuscritos, 2022.
M e acuerdo de la peli “Malas Tierras”…