Entrevista a José María Álvarez

Entrevista a José María Álvarez

19 de junio de 2022 0 Por Ángulo_muerto
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César León de Castro

José María Álvarez (Cartagena, 1942) es, en lo humano, un bohemio, un peregrino y un soñador. En lo literario, es dueño de una de las voces poéticas más potentes, afinadas y caudalosas de la poesía española contemporánea. Animador habitual de la vida literaria iberófona de los años sesenta, setenta y ochenta, conoció como pocos los fogonazos de la última gran vida literaria de Madrid y Barcelona, así como las entretelas del París de la revolución de los estudiantes. De un modo similar a lo que cuenta el gran filósofo Roger Scruton en sus memorias políticas, si hasta esas fechas se había considerado progresista, él también se echó a un lado de aquel río cuando vio a los hijos de los burgueses lanzando piedras a los hijos de los obreros (Pasolini dixit), y destrozando la ciudad venerable para encontrar una playa que no existía. Conoció y trató en aquel París ya elevado a la categoría del mito a gigantes como Raymond Aron y Jean François Revel, maestros que le formaron en una escuela de pensamiento liberal que, a diferencia de otras, no quiere hacer tabula rasa de la tradición que nos conforma. Fue amigo de malditos como Cioran y Alberto Viertel, hospedó en su casa durante grandes temporadas a Juan Carlos Onetti, e hizo de cicerone a Vargas Llosa y Octavio Paz en España, creando un puente entre los escritores catalanes y los castellanos y sus poesías, por un lado, y los españoles, europeos e iberoamericanos, por otro. A nivel internacional, reunió a poetas relevantes del mundo entero para rendir homenaje a Ezra Pound en Venecia, ciudad a la que ha dedicado un número de poemas suficiente como para componer varios libros.

En Madrid comió y cenó todos los días con los autores que integraron aquella antología de Castellet de “Nueve novísimos poetas españoles” (1970), de la cual ha formado canónica parte sin especial orgullo, por parecerle una selección absurda y caprichosa en la que faltaban poetas de verdadera altura y sobraban otros que carecían de ella. No obstante, José María Álvarez le profesa agradecimiento a dicho hito editorial, por cuanto supuso, en su momento, un escaparate para la toma de contacto con su obra, que ya no es incipiente, como entonces, sino benemérita. Todo este breve anecdotario (sería, en verdad, interminable glosar íntegramente su riqueza) para decir que José María Álvarez no es un escritor cualquiera, sino una reliquia viva de la historia literaria de nuestra lengua, una reliquia que sigue proyectándose hacia el futuro, como acredita su último poemario, Non, je ne regrette rien, recién salido del horno de la excelente editorial Renacimiento. Es la suya una obra poética que ha alcanzado las cotas más altas de nuestra poesía española viva, tanto en calidad como en cantidad, pese al arrinconamiento y el exilio que han caracterizado su relación con la cultura oficial de nuestro país, que le ha arrebatado la jerarquía primordial que mereciera su vida, su verso y su canción.

Hemos tenido el inmenso privilegio de charlar con él.

Lleva usted más de media centuria dedicado a escribir intensamente. ¿A estas alturas de la trayectoria y la vida, cuál es el objeto de la literatura y, específicamente, de la poesía para José María Álvarez?

Sí, creo que más de 65 años; hablo de intentar escribir con sentido. Y supongo que sigo igual, quiero decir que la Poesía sigue visitándome. Sobre qué es para mí, siempre me ha resultado difícil contestar. Verdaderamente no sé qué pueda ser la Poesía. Sé que algo es “eso” que llamamos Poesía cuando me encuentro con ella, cuando siento esa emoción, esa intensidad, a veces insoportable, ese Encantamiento. Alguna vez dije que la Poesía era algo que misteriosamente algunos seres humanos “secretaban” y que otros seres humanos, no menos misteriosamente, se conmovían con ello.

En todas sus biografías podemos leer que cursó estudios de Geografía e Historia y, en segunda instancia, de Filosofía pura con Raymond Aron. Usted ha matizado esto último, pero, según tengo entendido, en el plan de estudios antiguo la formación filosófica era común para todas las carreras de Humanidades. Sea como fuere, usted es muy crítico con la Universidad contemporánea, y puede serlo desde el conocimiento de causa porque no ha dejado de frecuentarla en todos estos años como invitado a muchas de ellas.

Estudié Historia y Geografía, en Murcia y Madrid, y un poco de Filosofía; y digo un poco porque el curso en Madrid me lo pasé más que en esas clases, en Medicina, viendo operaciones desde aquella gradería, con un buen amigo que iba para médico. Y, como es natural, en reuniones literarias y noches con amigos, y viajando a París y por ahí. Pero lo que usted dice no fue con Aron. Aron ha sido, y sigue siendo, un maestro para mí, y asistí a algunas de sus conferencias en París durante los años setenta. Tanto Aron como Revel, con quien mantuve una amistad más intensa, porque él vivía a cinco minutos de mi casa, al otro lado del Sena, y nos veíamos con frecuencia, aparte de participar juntos en varios congresos, los dos han sido muy importantes para mi formación. Y sí, soy muy crítico con las actuales Universidades. Creo que se han convertido en uno de los instrumentos de destrucción de lo que somos, y en municionadores de las ideologías más perversas y los gobiernos más viles. Hay excepciones, sin duda; por ejemplo la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, por supuesto Privada, donde yo impartí conferencias hace unos años, y que ahora, afortunadamente, abrió una sede también en Madrid. O en Tokyo o en Kyoto también encontré todavía lo que debe ser una Universidad, y en aquel Oxford en la cátedra de Ian Michel o en aquel Cambridge con Colin Smith. En muchos sitios he encontrado aún profesores muy estimables, no contaminados del veneno de la Izquierda, y sobre todo un alumnado libre de esa miseria, como en San Petersburgo, por ejemplo, y en Japón. Digamos que la gran infección ha invadido sobre todo las Universidades de EE. UU., y desde ahí, a Francia, a Occidente en general. Pero también en todos otros lugares he conocido catedráticos dignos, maestros como Steiner, que se resisten a dejarse contaminar, pero desde luego lo hacen a un precio muy alto, digamos que sujetos a vigilancia y persecución. Sí, soy enemigo declarado de lo que está sucediendo en este desmantelamiento de la Civilización. Y soy enemigo, he escrito mucho sobre esto, de la Enseñanza Pública, porque hasta en los casos menos lesivos no deja de ser un instrumento del Poder de los gobiernos, porque ellos son quienes deciden su programa, y cada vez más y con mayor descaro lo que debía ser instrucción se ha convertido en adoctrinamiento. Soy un defensor de la Privada.

Me gustaría que me hablara de los cambios que ha registrado entre la universidad en la que estudió y la universidad de nuestros días, tanto a nivel académico como a nivel atmosférico.

La Universidad -hablo ahora obviamente de la española- donde yo estudié, era bastante libre, había por supuesto catedráticos digamos “del Régimen”, pero eran una minoría, y sin propósitos en sus clases, salvo uno en Murcia, Luciano de la Calzada, de adoctrinamiento. Pero en general, la mayoría eran catedráticos muy competentes, lo que les importaba era su asignatura, enseñar, y la mayoría de los alumnos a lo que íbamos era a estudiar. Yo tuve suerte, porque tanto en el bachillerato como en la Universidad, pude estudiar con algunos hombres de talento, desde mi infancia, con Alfredo Milego Díaz, en Literatura, y también las clases de Historia, a la Universidad, con Ángel Balbuena Prat, Bonet Correa, Mergelina, y en Geografía tuve la suerte de aprender de Vilà Valentí. Hoy, en general, quitando respetables excepciones, lo que contemplo es una generalizada complicidad con la ruina de la Enseñanza. Y el alumnado… bueno, en general se conforman con esa ruina y parecen tan contentos de no sé qué.

¿Qué autores poetas le influyeron más en su adolescencia y primera juventud? ¿De qué poetas muertos vislumbra mayor parentesco o impronta en su poesía?

Cuando yo era niño me deslumbraban Manuel Machado, Jorge Manrique, Espronceda, Rubén Darío… Quevedo… no sé, muchos. Ya en la adolescencia me hicieron suyo Baudelaire, Rimbaud, Whitman. Y muy poco después Neruda y Vallejo. Luego ya entraron Borges, y Hölderlin, y Keats, y Virgilio, y Homero, lo que llamamos Clásicos en general, y Ezra Pound, y Eliot, y Kavafis y Shakespeare.

De no haber podido ser escritor, ¿qué habría sido José María Álvarez?

No lo sé. Seguramente no escogemos. En mi adolescencia estuve muy dedicado a la Pintura. Pero un día me convencí de que yo no era lo bueno que deseaba, y lo dejé. Me conformó con la contemplación de ciertos cuadros sin los cuales, sin duda, vivir sería mucho menos atractivo.

Los años de su juventud fueron años de bohemia, camaraderías, festines y viajes de acento también literario. Hoy, los jóvenes con inquietudes por la poesía como un arte y no como una pose somos gatos azules. ¿Cree que es posible crear una obra, aunque sea pequeña, sin pertenecer a una comunidad de pares? ¿Hasta qué punto considera o no imprescindible relacionarse con quienes comparten vocación para profundizar o afianzar esta?

Bueno… No sé si se puede crear en las condiciones que estamos viviendo de soledad y silenciamiento decretado, y tan cercados por lo que Montaigne llamaba “goteras”, pero que las leyes y regulaciones actuales han convertido en muy graves. Pero hay lo que hay. Desde luego el caldo de cultivo de lo que luego uno hace en su soledad, requiere esa riqueza de reuniones, conversación, intercambio de ideas entre personas verdaderamente notables. Naturalmente que se sigue escribiendo, y pintando, y lo que usted quiera, pero los resultados en la mayoría de las ocasiones están muy por debajo del Arte y la Literatura que admiramos. Sobre este tema hay un poema en el libro de Poesía que esta semana sale en Renacimiento, NON, JE NE REGRETTE RIEN.

Aristóteles confrontaba la Historia con la Poesía. La segunda, decía el Estagirita, era más filosófica que la primera porque la Historia tiene por objetivo contar las cosas como fueron y la Poesía como debieran haber sido. Usted, que has participado de ambas pasiones intelectuales, ¿cómo juzga que se ha interrelacionado la Historia y la Poesía en su literatura?

Sí, es verdad que siempre he sido un estudioso de la Historia, y que grandes historiadores, como Tácito, o Gibbon, o Montesquieu, o Hume, han sido también la enseñanza de cómo escribir. Y creo que en mis poemas hay muchas veces una profunda relación con hechos y personajes históricos. En ese sentido puede usted hablar de interrrelación.

¿Hasta qué punto se considera José María Álvarez extemporáneo? ¿En qué aspectos se siente más distante de la época en que vivimos, y en cuáles, si los hay, más próximo?

De en lo que se ha convertido la vida, pensar en lo que éramos, lo que de verdad somos, lo que éramos capaces de crear, y nuestros límites… sin duda me siento muy extraño. Es más, creo que cuanta más distancia haya entre nuestro pensamiento y la atrocidad que hoy se proclama Cultura, es la mejor muestra de salud mental y moral, y de defensa de la verdadera Libertad.

Me gustaría abundar en la anterior cuestión, que es primordial para mí y que me ha hecho acudir constantemente a su obra como en busca de un Padrino espiritual. ¿Qué década, de todas las por usted vividas, es su edad de oro, y por qué? La nostalgia, dice un personaje de La grande bellezza (una película que posee profundísimos paralelos con su poética), es la única distracción posible para quien no cree ni espera nada del futuro. ¿Cuál es la falta, la ausencia o el vacío epocal que más golpea sus entrañas?

Yo cerraría el tema diciendo que toda mi vida, hasta los años noventa más o menos del siglo pasado, creo que estuvo bien. Luego el mundo, lo que sucede, ha ido empobreciéndose intelectualmente y llenándose de imposiciones totalitarias que hacen difícil un vivir honorable. La gentuza, ignorantes sin conciencia, han ido tomando el poder en casi todo Occidente, porque le hablo ahora de donde vivimos, esta Europa que se suicida. Y creo que por lo que tardaremos en echarlos al basurero ya no veré otra cosa. Y por lo que dice usted, ¿qué me golpea más?: No poder verlos hundirse.

Godofredo Garabito, otro historiador y poeta, decía que, de poder elegir una segunda vida ubicada en cualquier otro tiempo, le habría bastado con ser paje de Lorenzo el Magnífico. ¿De quién habría elegido ser paje José María Álvarez?

Hombre, mejor que paje, imagino que protegido. Pero hay momentos en la Historia que seguramente estuvieron bien: la Atenas de Pericles, la Roma de Trajano, el XVII y el XVIII francés, los finales del Sur norteamericano y morir en aquella guerra bajo la bandera de la Confederación. Mire, algo que hubiera estado bien: ser amigo de Federico II Hohenstaufen. O de Montaigne. Y estoy por decirle que hasta de César Borgia.

Ha hablado en profundidad de sus gustos literarios, musicales, pictóricos e incluso arquitectónicos, que se pueden encontrar desparramados y homenajeados a lo largo y ancho de su literatura en centenares de referencias, exégesis y transubstanciaciones poéticas. Pero ¿y el arte cinematográfico? ¿En qué medida ha incidido este en la construcción de su universo lírico, o de su mirada al mundo como individuo? ¿Cuáles son sus predilecciones en este campo?

El cine ha tenido, y no para mí únicamente, sino para toda mi digamos generación, una destacada importancia. Desde la forma de ver el mundo y la vida a la forma de contar. Yo amo mucho la obra de directores como Walsh, Ford, Mizogushi, Welles, Fellini, Renoir, Wilder, Ophüls… bueno, y muchos más.

José María Álvarez es hombre de una pulcritud indumentaria referente. Sus corbatas y pañuelos siempre tienen unos estampados o colores poco convencionales y, no obstante, plenos de clasicismo bohemio, que forman una personalidad al margen de los trajes de vendedor de electrodomésticos que se estilan hoy cuando los hombres intentan ser elegantes. ¿Qué importancia atribuye a la elegancia exterior? Si tuviese a un grupo de jóvenes delante de usted, ¿cómo les explicarías que la elegancia importa?

Creo que es una forma hasta de buena educación y de respeto por los demás, y por uno mismo, sobre todo. Desde luego, por lo que usted dice, no me recuerdo sin chaqueta y corbata y pañuelo en el bolsillo de la chaqueta o unos buenos zapatos ingleses. Mis corbatas no crea que suelen ser siempre de esos colores; yo soy un apasionado de las corbatas inglesas a rayas, de regimientos y de colegios; hay una, por ejemplo, que no suelo hacer cualquier acto sin ella: la del Trinity College de Cambridge. A los jóvenes les diría que se esmeren en su aspecto. Y añadiría: en su educación. Pero esas manifestaciones, que no son más que gusto personal, ahora parecen no sé qué pretensión de dandy. Y no lo es. Es vestir como siempre se ha vestido, con un cierto gusto, eso sí. De todas formas, los jóvenes, pese a la presión que sufren en esta sopa de degradación que les han hecho creer que es la vida, son muchos de ellos bastante receptivos. Yo lo he comprobado a veces hasta con alumnos muy jóvenes, en colegios donde he podido tener reuniones con ellos; les he hablado con toda claridad de la basura de enseñanza que estaban recibiendo, de la inmensa mentira con que se pretende, y consigue, envolverlos, les he hablado de Libertad, de otras costumbres, de por qué deben esforzarse en ser mejores y enfrentarse al Horror en que se ha convertido nuestra vida. ¿Y sabe usted? Han escuchado en un silencio lleno de respeto y, ¿por qué no? de admiración, y al terminar han insistido en acompañarme a la calle y seguir hablando, preguntándome, queriendo saber.

Hablemos de política. ¿Cómo contempla la irrupción de lo que el gremio politológico conceptúa como “democracia iliberal”? En una entrevista reciente leí que ponderaba positivamente la inflexión de países como Polonia y Hungría, tildados de “iliberales” por esos analistas pretendidamente científicos de lo político. ¿Qué valora exactamente de la evolución de estos países?

Vamos a ver: Todo, absolutamente todo, hasta lo más mínimo, nacido de la cabeza defectuosa y miserable de quienes gobiernan y de la intelligentsia que los abastece, sobre todo en lo que va de siglo, me parece aparte de despreciable, lo más perverso que la sociedad ha sufrido en toda la Historia. Porque no se trata ya del sometimiento a un poder bestial, pero donde no se ponía en tela de juicio la realidad, lo que somos, lo que podemos ser, sino de la vil decisión de mudar lo que somos como seres humanos. Se nos había matado, encarcelado, torturado, lo que usted quiera… Pero jamás nos habían negado, ni Calígula pudo pretender abolir lo que constituye nuestra más profunda identidad. Ahora, esta chusma, miremos donde miremos, está arrasando lo que somos. Pienso en los libros: siempre se ha perseguido alguna vez este o aquel texto, y se han quemado, lo que sea. Pero ninguna tiranía se había atrevido a reescribir un libro. Mire. Lo que creo sobre el panorama actual: O acabamos con todo esto, arrancando hasta sus raíces, o acabarán ellos con nosotros. Y lo que usted me pregunta, mi simpatía por lo que están defendiendo Polonia, Hungría y algunos más, es porque se están enfrentando sin miramientos a este, con palabras de Hayek, “camino de servidumbre” en que Bruselas está empeñada en que marchemos.

¿No cree usted que pueda reformarse esta Democracia?

Desde dentro lo veo muy difícil. Los que ocupan el Poder no van a renunciar por las buenas al disfrute de tantos beneficios, tanto los derivados de sus cargos como, en muchos, de la corrupción. Sobre todo cuando en un altísimo porcentaje son gente sin preparación para desempeñar ningún trabajo de una cierta altura.

Mire, los Parlamentos, hoy, están ocupados por muchísimos aprovechados, y muy ignorantes, casi siempre poco inteligentes y de una muy dudosa calidad moral. Un buen día, por este sistema de partidos donde una vez entraron, fueron ascendiendo poco a poco, y de pronto, por esas barbaridades de la Historia, se encuentran con el Poder en sus manos. Una catástrofe, obviamente, y ahí se enquistaron. ¿Usted cree que alguien que sabe que fuera de esa fortuna que le ha caído en las manos lo único que encontraría es una situación menesterosa, va buenamente a renunciar a ese sistema que le favorece a él y a quienes son como él? No. Y mundialmente han constituido una casta que se protege y que cada vez hace más imposible un cambio que valorara la inteligencia, la honradez, la preparación para desempeñar este o aquel cargo; en una palabra: la Excelencia. No, desde dentro no veo que este mundo se encamine hacia otro horizonte que el desastre.

¿Qué opinión tiene respecto de la Unión Europea? ¿Cree, como yo, que su existencia es un importante factor para explicar la aceleradísima destrucción social, antropológica y cultural de Europa acontecida en las últimas décadas?

La Unión Europea no nació para ser lo que es ahora. Y por supuesto no estoy de acuerdo con lo que es ahora. Hemos pasado de intentar unir a una serie de naciones en cuanto a libertades, libre comercio, sin fronteras, con una moneda igual, con protección mutua, y con respeto a la soberanía de cada una en cuanto a sus costumbres y sus principios morales, claro está que cuando sus creencias fuesen honorables, con una totalitaria voluntad unificadora que nos dice y pretende obligar hasta lo que tenemos que comer o pensar. Al final es un monstruo en Bruselas, con un Consejo vendido a toda esta ideología devastadora de que hemos hablado. Y como todo lo que se les ocurre: carísimo.

Walter Benjamin en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica afirmaba que el Fascismo abría la estetización de la Política, mientras que el Comunismo respondía la politización del arte. ¿Cree que hay algún tipo de esperanza para el decurso de la cultura, o que la politización obrada por la Siniestra es, cual metástasis, irreparable?

Sin duda, en su maldad el Comunismo se ha extendido y penetrado mucho más en la sociedad que los Fascismos, primero porque estos perdieron la guerra y el Comunismo estaba entre los vencedores, y segundo porque lo que buscaba era precisamente esa destrucción hasta el último poro de lo que somos para “crear un hombre nuevo” y desde luego sin límites en su crueldad para conseguirlo. Por otra parte, los Fascismos no usaban máscara, cayeron y se terminó. Pero el camaleonismo de la Izquierda no tiene rostro, ha mudado sin cesar cuando ha visto que alguna de sus formas no era aceptada y que podía infiltrarse mejor con otra careta, y ha sido, y es, con otros nombres y revestido de “modernidades”, el mismo monstruo destructor que cuando Lenin y su corte de asesinos. En cuanto a si veo esperanza de matar al monstruo, ¿qué quiere que le diga?

Siguiendo la anterior pregunta, ¿y todo lo que está sucediendo en América Central y del Sur? ¿Qué explicación tiene?

Razonable, ninguna. La mayoría de las naciones, sobre todo la desdichada Argentina, sufren esta agonía desde hace mucho. Argentina no ha levantado cabeza desde Perón y aquella desenfrenada que lo acompañaba. El caso que me ha extrañado es Chile, porque después de que Pinochet impidiera la ruina a que lo había llevado Allende y su banda, y una vez en marcha la nación se retirara voluntariamente dando paso a una Democracia normal, no esperaba yo que volviera a caer en la destrucción. Pero ya ve usted: de nuevo la gentuza en el poder, como en Perú. ¿Y qué me dice de Méjico?

¿Qué razón o razones esenciales señalaría para explicar que el arte de nuestro tiempo haya devenido, de un modo porcentualmente abrumador, en estafa?

Si todo se ha convertido en una estafa, y además mediocre, ¿por qué el Arte debía ser ajeno a ese campo de ruinas? El Arte lo crean seres humanos, y si estos han bajado muchos escalones en su ignorancia, y no sólo en su ignorancia, sino en su ser desaprensivo, arrodillándose ante el dinero, dinero que viene de otra serie de ignorantes a los que otros desaprensivos aconsejan, es lógico que un mundo que vio nacer el Balzac de Rodin se postre ahora ante la abyección de un Jeff Koons o un Damien Hirst. Y lo mismo en Literatura o en Pintura. Pero no olvide usted la responsabilidad que en este desmantelamiento de la inteligencia, en este decline an fall de la Civilización, tienen los gobiernos que dedican museos y subvenciones a esta estafa.

Recomiéndenos una obra poética, una novela, un libro de historia, una pieza musical, una pintura, una ciudad en la que sea posible aún perderse y una película.

Hoy, eso que llama “perderse” y cuya posibilidad es lo que yo amo sobre todo, es difícil. Pero, al menos para mí, hay ciudades que amo, como París, Istanbul, Alejandría, Budapest, Venezia, Kyoto, New York… muchas… San Petersburgo, Cambridge… Sicilia en general… No sé, sobre todo, para eso que pregunta, Istanbul y Alejandría, y quizá New York. En cuanto a la Poesía y lo demás, hay cientos de libros, pero si quiere entrever mi mundo, por dónde voy, le diría que EL CUARTETO DE ALEJANDRÍA, o ADA Y EL ARDOR, y de Historia, sin duda, Tácito. En Música podemos hablar de Mozart, de muchos más, en Pintura nos moveríamos en la obra de Velázquez o de Rembrandt, y también muchos más, desde Monet a Bacon, y en cuanto al cine, vamos a dejarlo en EL RÍO de Renoir o EL TERCER HOMBRE, porque aquí la lista sería muy larga.

Apelo recurrentemente al concepto de Civilización cuando algo me parece honorable, bello, reflejo de la dimensión aristocrática del alma humana. Sin embargo, me es mucho más fácil identificar, cuando la veo o aprecio, la Civilización, que definirla. Como sé que también es un concepto importante para usted, me permito preguntarle, sabiendo, experimentando, la dificultad de la pregunta: ¿Cuál es, para usted, la esencia de la idea de Civilización?

Me sucede como a usted. Sé qué es cuando la siento, cuando contemplo lo que nos ha dejado como herencia. Pero sí puedo decirle en pocas palabras lo que sería muy necesario para tratar de enmendar esta estafa Cultural que vivimos: Absoluta desaparición de toda subvención por parte de gobiernos, ayuntamientos y en general todo lo vinculado al Estado. La Cultura es algo privado. Y si la sociedad no es capaz de mantenerla, mejor que desaparezca. Si hay premios, que sean privados, ofrecidos por alguien que ama la Literatura, la Pintura o lo que usted quiera, e incluso que los premios no consistieran en dinero, sino en algo que representara la dignidad de ese premio, y siempre con jurados relevantes por su nombre literariamente respetado. Hay que acabar con los Ministerios de Cultura, esa herencia Comunista. Que los escritores vivan de lo que ganen porque su obra es apreciada por la sociedad, y lo mismo los editores y los libreros, y los pintores. Todos, y siempre porque alguien, porque desea esas obras, las compre.

José María Álvarez ha traducido al español la obra completa de Konstantino Kavafis; “La isla del tesoro”, “Weir de Hermiston” y los poemas de Robert Louis Stevenson; “The Waste Land” de T.S. EIiot; una antología del Ruiseñor en la poesía inglesa; la obra completa de François Villon; los “Sonetos” de William Shakespeare y “El Rey Lear; “La llamada de lo salvaje” de Jack London; la “Oda por la muerte del Duque de Wellington” de Tennyson; “Del álbum de recortes de un nebuloso 66” de John Liddy; los “Sonetos” de Gaspara Stampa; y en colaboración con Txaro Santoro “Los poemas de la locura” de Friedrich Hölderlin y la poesía de Robert Louis Stevenson, y con Anastasya Agarisseva “La flauta vertebral” de Vladimir Maiakovski.
Algunas de estas traducciones -como la de Kavafis- han sido best seller y han influido notablemente en el desarrollo de la poesía española.

En la Editorial Renacimiento José María Álvarez ha publicado El botín del mundo (1994), Los decorados del olvido (2003), Sobre la delicadeza de gusto y pasión (2006), Sieg Heil! (2007), Bebiendo al claro de luna sobre las ruinas (2008), Los obscuros leopardos de la Luna (2010), Al otro lado del espejo (Conversaciones de Csaba Csuday con Jose María Álvarez, 2010), Como la luz de la Luna en un Martini (2013), Slave to love (2014), Seek to know more (2016), Museo de cera (2016), El vaho de Dios (2017), Una desamparada hermosura (2018), Música para el funeral de la libertad (2020), Antesalas del olvido (Conversaciones en Venezia con Alfredo Rodríguez, 2021) y Non, je ne regrette rien (2022).