Actores irrisorios: acontecimientos inhumanos
7 de enero de 2022Lecturas totales 901 , Lecturas hoy 1
Frank G. Rubio
La credulidad de los incrédulos
Esta es la historia del paso de un mundo a otro, de un orden a otro, y de la ruina de ambos…Roberto Calasso.
Con mimbres tan débiles, si recurrimos a algo tan genérico como “el cristianismo”, no se puede resistir al nihilismo de nuestro tiempo que tiene ya un marcado signo tecnocientífico. Que todas las luchas culturales y políticas hayan devenido religiosas y se asemejen, para algunos, a los conflictos del siglo XVI en Europa poco puede ayudarnos. Cada cual puede hacer con su imaginación lo que quiera, encaje de bolillos o ejercicios de papiroflexia. No podemos obviar que la Revolución Francesa culminó con la coronación de un emperador de pacotilla, por el papa de su tiempo. Cosa que no le sirvió de nada, por lo demás. O que Stalin rehabilitó ad hoc, tras buscar exterminarla, la “cristiandad ortodoxa” para combatir a los alemanes. Ahora Putin: un gángster menor como lo es su adversario el esperantista Soros, aprovecha las ascuas milenarias para la fogata casera en la que cocina algo que llama Eurasia. El hedor a col es permanente.
Tampoco resulta de recibo que la mayor parte de las disputas ideológicas de los ultimos siglos, al margen de enmascarar conflictos geopolíticos y económicos asaz opacos, tengan lugar en el marco doctrinal de diversas versiones secularizadas de judeocristianismo. El imbécil de turno que se califica de ateo y “cree” en la ciencia va en el mismo barco que el papa Francisco, la niña Greta, el estólido sufí que responde al nombre de príncipe Carlos o el vendedor de software que quiere psicocivilizar, con la inserción de microchips, a la Humanidad terminal del Novaceno. Religar es más importante que nunca, cuando los desarrollos económicos y políticos provocan una creciente fragmentación y se quiere practicar el abrazo del oso con el planeta. Incluso: soles y lunas artificiales mediante. No se conjurará la amenaza del retorno a lo indiferenciado con estas estrategias cuadrúpedas.
Gracias a la Técnica la pequeñez de nuestros tiranos está cada día más garantizada, al mismo tiempo la zona de peligro se hace cada vez mas intensa porque estas excrecencias son solo fichas de un gran guiñol donde se va trazando una confrontación apocalíptica entre los insurrectos telúricos, los diezmil millones de bípedos egregorizados y reseteados, y las potencias celestes. Los Dioses no requieren masas, los titanes sí. Los gusanos emergen necesariamente de los cadáveres, las nuevas creaciones exigen incinerar esferas. Del sacrificio cruento a la ruina oscura y envolvente…y luego el Fuego.
Para agravar más las cosas el Islam ha ido abandonado su devenir tradicional, tras la caída del Imperio Otomano, y se ha sumido a través de la modernidad en este mismo piélago de guerra civil ideológica. Eso sí: con la influencia decisiva de norteamericanos, alemanes e ingleses responsables de la reactivación fundamentalista en la mayor parte de las ocasiones. La espiritualidad ha abandonado hace tiempo al cristianismo, el arte religioso lo proclama, y el literalismo sunita, entronizado en Arabia por los anglosajones, proclama la ciudadanía de pleno derecho no de las mujeres sino de autómatas con sesgo femenino. El consumidor de noticias, cuidadosamente abozalado y educado en escuelas donde ejercitan su trabajo mediocridades de una ramplonería inigualable, muchos de ellos en España con el carnet del PSOE en la boca o una estampa del actual maradona vaticano pegada al trasero, asume todo esto sin asombrarse. Asintiendo automáticamente, como los perros lobos de pasta que se colocaban en la parte de atrás de los coches hace décadas.
La visión de la realidad, que antes buscaba explícitamente ser modificada mediante la revolución en las cabezas, ya ha tenido lugar. Todo ha ocurrido en el contexto de la vida cotidiana de las grandes metrópolis tras la segunda guerra mundial, en algunos sitios incluso antes, gracias al uso sistemático de los medios de comunicación y propaganda y del control policial, urbanístico y terapeútico de las poblaciones. Las bioideologías son producto de los propios desarrollos, considerados ya inevitables y positivos por el batiburrillo social abracadabrante que se califica de “sociedad civil”, de las ciencias médicas y las técnicas farmacológicas. Lo que está sucediendo ahora alrededor nuestro, en el contexto de la Plandemia, resulta inexplicable para tantos y tantos cretinizados procedentes del liberalismo, la socialdemocracia, el conservadurismo (sic) o los radicalismos socialcomunistas actualizados por los centros universitarios anglosajones; controlados estos últimos por las grandes compañías tecnológicas y los centros financieros hegemónicos.
Y sigue habiendo bobos que justifican la Técnica, como si aún existiera la Roma de los césares, hablando de Agustín de Hipona y de la necesaria lucha con la “naturaleza caída”. Bobos o algo peor porque los actuales devenires tienen un sesgo espeluznantemente conservador; como lo fue la adopción por un imperio romano en estado crepuscular, devenido por entonces tiranía burocrática, del credo cristiano en Nicea. La pérdida de los loci mnemotécnicos abre camino al horizonte submental y digital de las semibestias. No es raro que a esto se apunte alguien tan repulsivo como el Dalai Lama.
La revolución cultural china fue obra de “savonarolas” de tres al cuarto formados en París, no de “hombres nuevos”. “Lo nuevo”, como “la actualidad”, no es más que marketing y enmascara el descenso característico de los desagües, la involución más rampante, no amaneceres cristalinos y renovaciones luminosas. Ahí están las aberraciones deleznables del arte “contemporáneo” de los últimos cien años para demostrarlo.
No sé muy bien si existe una nostalgia del absoluto, como señalaba George Steiner en unas emisiones radiofónicas datadas en la etapa final de la Presidencia de Nixon, ni tengo tan claro como él que sea el cristianismo lo que se ha ido erosionando principalmente. Los poderes ordenadores del pensamiento racional han cambiado mucho desde la Enciclopedia hasta GPT3 y sus peripecias fantasmáticas y digitales, a las que asisten patidifusos los técnicos. Los compromisos igualitarios y anárquicos de temperamentos medievales como William Blake, y el desfase entre verdad y supervivencia humana, podrían muy bien “explicar” determinados desarrollos de nuestro tiempo. Pero explicar es algo tan diminuto… Nada más inhumano que tratar de institucionalizar la inocencia. No tenemos en la Historia ningún ejemplo de un sistema económico y tecnológico complejo que vuelva hacia atrás a un nivel de sobrevivencia más simple, más primitivo. Hasta que comenzó a manejar su rueca retorica el inefable Klaus Schwab en Davos. Otra plutocracia terminal, como la de la época de Constantino, entra en escena…
Las necedades aposentadas en las ciencias humanas en los cincuenta-sesenta por las pretensiones omnicomprensivas del psicoanálisis, las estultíferas teorías de Marx a las que con razón consideró Talcott Parsons como prenewtonianas, o las veleidades protoalgorítmicas de la antropología straussiana, claramente deficitaria como construcción intelectual, vuelven a la palestra en la época de un colapso que quiere hacerse solapar con una nueva tentativa de restauración. De lo cíclico ceremonial a lo experimental, solemnizado todo con el término “posthumanismo”.
Del mono al ángel, de la bestia al superhombre y todo ello siempre pasando por la Máquina. Para mejor trascender los viejos dioses, controlar nuestras almas animales y edificar un paraíso urbano en una tierra renovada. De los autómatas de Hierón a Disneylandia, bajo el sello de una Voluntad que esconde el rostro vacío de la dispersión tras una mascarada antropomorfa. Una colección de estupideces y locuras que requieren una nueva religión, surgida como la anterior de las catacumbas, para servir a nuevas formas de trance colectivo. El mar de silicio, como nuevo formato del nihilismo, y la Máquina como supremo factor humanizador; así nos lo propone Telefónica desde la noción de espejo interactivo. La digitalidad como pura secuencia de signos es ahora fundamento. Basta mirar a los desquiciados usuarios y a los Promotores para mejor comprender.
En la época en que la selección de grupo, uno de los ideologemas claves del darwinismo, ha sido sustituida por la perpetuación del gen egoísta, otra baladronada retórica de los compinches corporativos, la Técnica ha dejado de ser un conjunto de herramientas. La comunicación oficial masiva y uniforme en la época de la COVID ha implicado un profundo proceso de implicación tribal en las multitudes, selladas en sus cárceles urbanas con la pantalla amiga como única ventana “al exterior”.
En realidad nos hallamos ante una vasta operación de inversión y depreciación simbólica que pretende sustituir el sacrificio védico por una pluralidad digital, formulada por entidades de deshecho ontológico calificadas como: cyborgs, híbridos o colectivos. Hacia una sociedad pues psicocivilizada por la electricidad, que pretende constituirse en “ordenador cósmico”. La usurpación como punto de partida: reconstruyendo el pasado remoto y deconstruyendo el presente y el pasado reciente para mayor gloria de la nada.
Lo llaman “nuevo Eón”…
Desciende el Todo…
La Sibila con boca enloquecida, dice, a través del dios, cosas sin risa, sin ornamento, ni ungüento. Heráclito.
Agradecimientos: George Steiner, Giorgio Colli, Roberto Calasso, Erik Davis, Twitter y Telefónica.