Un clásico esencial de la Edad de Oro
3 de octubre de 2021Lecturas totales 792 , Lecturas hoy 2
Frank G. Rubio
–De esa unión nacerá una raza de gigantes similar a la nuestra…
–Que el Gran Arquitecto te guíe, Ardath…
El volumen dedicado a Henry Kuttner (1915-1958) editado por La Biblioteca del Laberinto en el año 2012, que compila sus relatos lovecraftianos y nos da a conocer su primera novela corta, es una auténtica proeza; como tantas otras que perpetra Francisco Arellano, auténtico corredor de fondo editorial. La criatura de allende el infinito y los relatos lovecraftianos está prologada con textos de varios autores entre ellos: Oscar Mariscal, el autor y el propio editor. Nos encontramos con un volumen apasionante de lectura deliciosa que no puede faltar en las estanterías de todo buen aficionado. No daré más que un breve repaso sobre la biografía y bibliografía del autor; el lector puede encontrar sin dificultad datos, tanto en los textos citados que preceden las obras, como en Wikipedia en castellano o ingles. Hay que recordar no obstante que Kuttner fue un autor prolífico de relatos y novelas de ciencia-ficción y terror, que formó parte del círculo de jóvenes escritores, o aspirantes a ello, que giraban en torno al Maestro de Providence y que contrajo amistad entre otros con Clark Ashton Smith (1893-1961). En ese mismo mundillo conoció a quien sería su esposa (1940) y colaboradora en tareas literarias durante muchos años, Catherine Lucille Moore (1911-1987), más conocida como C.L.Moore en los ambientes consagrados a la fantasía y la ciencia-ficción.
Aquella pareja fue ejemplo claro de como un hombre y una mujer, no solo pueden convivir felizmente sino ademas realizar una tarea creativa con éxito. Se dice que era imposible determinar en sus narraciones lo que había aportado cada cual. Uno dejaba la cuartilla en el rodillo de la maquina y el otro le sustituía sin problema alguno ante la mesa y continuaba como si nada trazando la historia. Esas narraciones llenas de magia, épica, ingenio especulativo, estremecimiento y suspense que caracterizaron el genero fantástico en Norteamérica durante casi medio siglo.
He roto la regla que había prometido de respetar y no contar cosas que se saben, al menos por los aficionados de “estricta observancia”; me retiraré añadiendo, para mejor apoyo de los neófitos, que Henry Kuttner fue uno de los escritores con más seudónimos de la historia de la literatura. Más de diez.
Los relatos lovecraftianos son en general de gran calidad; destacaría El beso negro, escrito en colaboración con Robert Bloch, un relato hipersiniestro de sirenas muy “insmouthiano” con el valor añadido de un personaje fascinante: la pérfida hechicera española Morella Godolfo; esta criatura de poderosa maldad bien merece que alguien escriba una novela sobre ella y los acontecimientos anteriores a los narrados en este simpático y húmedo relato. El horror de Salem y Los invasores son excelentes aportaciones al género de lo sobrenatural y lo monstruoso, donde los protagonistas implicados son escritores. Están repletos de guiños a todo ese mundo del pulp que le resulta tan desagradable a los lectores adictos a las porquerías en serie que mayoritariamente auspicia Babelia. El primero en concreto rebosa de un humor muy peculiar que se combina con una tratamiento muy acertado del tema de la habitación secreta y el conjuro concretizado en determinadas figuras y objetos. Un par de relatos en la onda de Clark Ashton Smith, con variantes “azatothianas” de criaturas del Afuera, ayudan a relajarnos. Para volver a lo pesadillesco y obsesivo con una obra maestra tan aterradora como Hydra y el muy lovecraftiano: El secreto de los Kralitz.
La criatura allende el infinito (un millón de años por conquistar) es una excelente novela corta, la primera de Henry Kuttner, que vio la luz en “Startling Stories” durante 1940.
“La historia trata de Ardath, el último miembro superviviente de una raza moribunda procedente de un planeta condenado cuya nave aterrizó en la Tierra, millones de años ha, en nuestro pasado. Su misión es esperar hasta que se desarrolle la vida inteligente y seleccionar entonces a los miembros más brillantes de la raza humana durante varios periodos de tiempo histórico, criarlos para mejor convertirlos en superhombres y poder finalmente recrear en la Tierra el esplendor de su civilización perdida.”
Novela de aventuras con viajes en el tiempo, siempre hacia adelante, y vicisitudes fantásticas de gran interés, más aun si tenemos en cuenta el momento histórico en que fue escrita. La plaga final y el modo de combatirla resultan inquietantes, si cotejamos esta fantasía con nuestra realidad actual. Para aquellos aficionados a la religión de los Hermanos del Espacio contiene muy interesantes referencias.
Termino con una frase del propio Kuttner que da cuenta de su temperamento optimista:
When I die, I want to die in a Utopia that I have helped to build. We are all part of some cosmic pattern, and this pattern works toward good and not evil. It builds and does not destroy. So I shall go on in my search for a race where I can find kinship and happiness.