Kingu entre liliputienses
10 de julio de 2021Lecturas totales 1,465 , Lecturas hoy 1
Frank G. Rubio
La afinidad con “el chino de Koenigsberg” del “habitante de Shangay” es una de sus más estratégicas deficiencias…Tulpa de Reims.
Como este es mi segundo libro comentado sobre Nick Land me siento con libertad para señalar mi perplejidad con las introducciones que acompañan la publicación de sus obras en España. Por lo demás de buena calidad, tanto los libros materiales como las traducciones. Los seguidores de esta variante del flautista de Hamelín sienten cierta inquietud por las variaciones en la tonada de su Maestro pero, como las ratas y los niños del cuento, continúan impávidos su marcha tras el flautista. Este “viejo diablo de la tierra” tiene carisma. A mí me parece fundamentalmente un señor que ha seguido leyendo y pensando, aunque no demasiado acertadamente claro (aún así algo imperdonable en nuestro tiempo), más allá del complejo de lugares comunes para lemingos que tienen a bien compartir como dogmas tribales, provechosos por lo demás dada la naturaleza de nuestras universidades, los seudo intelectuales izquierdistas. Y no sólo esto, no ha dudado en exponerlo.
Ya ha ocurrido más veces en el pasado, me vienen a la cabeza y no con ánimo exhaustivo ex trosquistas brillantes como Koestler (1905-1983) o Burham (1905-1987), quizá también aquellos “nuevos filósofos franceses” a los que con tanta inquina denunciaba en tiempos lejanos en El Viejo Topo, con “althuseriana” y estalinista ferocidad, un Gabriel Albiac que también ha continuado como todo quisque su deriva. Seguimos en modo sardónico.
Tras la Caída del Muro, derribado por los alemanes de uno y otro lado en muy justificado ambiente festivo, y la conversión de la Unión Soviética en una Rusia dotada de una constitución democrática, con elecciones libres y economía de mercado y que no dudó un ápice en volver a rebautizar San Petersburgo con el nombre que le correspondía, se produjo una grave “crisis de identidad” en una izquierda que había apostado al marxismo-leninismo (versión cirílica) la práctica totalidad de sus ahorros. En un pasado distante de este acontecimiento seminal con el que se iniciaron los años 90, época en la que según los autores del prólogo se produce lo más destacado de la obra de Nick Land, tuvo lugar una acumulación de “actualidades” que cuestionaron también de manera drástica, aunque menos contundente, las seudoverdades que integraban entonces la religión socialista en su variante anteriormente citada; me refiero a la invasión de Checoslovaquia por los tanques soviéticos, la intensificación de la Revolución Cultural china y las revueltas estudiantiles en París y Berkeley que generaron el paradigma de una izquierda alternativa de la cual surgen, en gran medida, los pensadores, problemas y situaciones que condicionan la emergencia del pensamiento de Nick Land et all.
Una de las características de los movimientos milenaristas de todos los tiempos, no sólo los procedentes de las religiones judía y cristiana, es que las profecías no cumplidas, al contrario de lo que podría suponer una mente racional, no disuelven sino que refuerzan en muchas ocasiones los vínculos entre los creyentes en los más diversos apocalipsis. El componente religioso y/o milenarista tiene una importancia capital en este pensador, solo que transmutado en un “a modo de esoterismo de corte gnóstico” que se expresa a través del uso ecléctico de materiales procedentes, y no sólo, del universo literario donde confluyen lo fantástico, lo terrorífico y la ciencia-ficción.
¿Nos encontramos, con sus efusiones lovecraftianas y futuristas, con una variante de nuevo “culto cargo”? Quien dice cosas como que las ciudades son máquinas del tiempo exactamente del mismo modo que son distribuciones anómalas está en una muy determinada frecuencia. La camisa de fuerza con la que Kant (1724-1804) revistió el pensamiento filosófico, vivida como teoría critica por los profesionales del quehacer conceptual, por lo demás una rama absolutamente menor del saber, encuentra en la hibridación que propone con ella de la cibernética un fervoroso amanuense en Land.
La teleoplexia, o intensificación cibernética (autorreforzante), describe la longitud de onda de las máquinas, escapando en dirección al extremo ultravioleta y hacia los rayos cósmicos…
La religión socialista, basada en el postulado de la aceleración histórica y de la necesidad del capitalismo y de la necedad socialista-comunista como su corolario, está absolutamente descabalgada intelectualmente desde sus inicios por su hostilidad declarada a lo sobrenatural. Nos hallamos con un materialismo de charvacas cuyo origen se encuentra bastante más atrás de las aportaciones doctrinales presuntamente científicas del dúo formado por el periodista alemán y el empresario textil, no menos germánico, afincado en Mánchester. Pensamiento que no ha sido nunca, por su naturaleza materialista y cientifista, proclive a una plasmación mínimamente digna de sus “verdades” en símbolos. La pobreza y tosquedad de los himnos internacionalistas o las semibestiales congregaciones de termitas humanas con banderas rojas, la contundente pobreza de su repelente arte oficial, no otra cosa que propaganda, frente a quienes de un modo u otro permanecen fieles aunque sea sólo de manera formal y semiconsciente al mundo de las catedrales, los iconos o las ceremonias litúrgicas, o la filosofía clásica de origen grecorromano, no le caben la menor duda al observador reflexivo. De su filosofía poco hay que decir: su “escolástico” y risible Diamat impuesto a través de mecánicas inquisitoriales, sus escurridizos lugares “dialécticos” donde solo pueden emitir sus dictámenes especuladores seudometafísicos auto calificados, como Marcuse (1898-1979), Adorno (1903-1969) o Habermas (personalidades intelectualmente mediocres elevadas por la socialdemocracia a posiciones de liderazgo filosófico absolutamente inmerecido) y toda la gentuza relacionada con el periodismo y el activismo que trata de inocular todo tipo de esquematismos y maniqueísmos en los materiales de la cultura popular de masas de los países capitalistas a través de la excrecencia denominada “estudios culturales”. Sin obviar que la afinidad con la cibernética del marxismo era considerada ya en los setenta, y antes, por filosófos como Pavel Apostol o Stanislav Lem (1921-2006). Este ultimo un inhumanista avant garde muy anterior, mucho más interesante y profundo tanto como escritor y como filósofo que Land o los realistas especulativos.
La cámara, montada en una máquina del tiempo, muestra escenas risibles y fósiles, en el lenguaje del cine mudo, de la entronización de la “diosa razón” en Notre Dame durante los noventa del siglo XVIII…no es raro que esta tecnología permanezca siendo secreta y sólo obre en poder de determinados organismos de seguridad muy seleccionados, sirviendo sólo para alimentar con sus abominables imágenes ectoplásmicas a la última generación de UNIVAC. En cuanto a la “ciencia”, desde Darwin, rehuyó en lo posible el contacto con los apestosos chandalas hoy reciclados como tropas de choque por el capitalismo corporativo global.
Voy a dar comienzo a mi humilde comentario, tras esta larga introducción, por medio de una perplejidad que afecta al autor1 y que habla del sentido de “lo humano” en nuestros tiempos posmodernos, quiéranlo o no sus sujetos: de las Postrimerías, y que está relacionado con esa fuente de conocimiento que eran para Kant las lejanas galaxias. Me refiero a “la paradoja de Fermi” y a la producción de “horror cósmico” que generan determinadas interpretaciones del “silencio de los cielos” en los secuaces tardíos del dueto antes citado. Cierto: no hay señal de que en el universo haya otros que entiendan como señales lo que nosotros nos proponemos como “señales de inteligencia”. Yo diría que es algo de agradecer pero…El autor, comentando un texto de Popper (1902-1994) señala: “La comprensión filosófica de la ciencia es al instante la comprensión de que cualquier historia predictiva de la ciencia es una imposibilidad. A no ser que la ciencia sea considerada un factor insignificante y en retirada de la historia, las implicaciones de esta tesis trascendental son de gran alcance.” A ver si va ser esto que coloco en cursiva… Si el autor hubiese leído, y seguramente lo ha hecho aunque no lo reconozca públicamente, El reino de la cantidad y el signo de los tiempos de René Guénon (1886-1951), sabría perfectamente a qué atenerse. No hay Gran Filtro que valga: cuando las “humanidades”, y claro que ha habido otras y más que se sucederán, se alejan del Polo metafísico y se sumergen en la Materia Prima, lo que los hindúes llaman “prakriti” y Bolstrom “simulación”, se produce su extinción por desintegración de la conciencia. El ciclo de la manifestación se despliega de modo descendente para retornar a su fuente originaria, después y al mismo tiempo: el enderezamiento. No digamos ya en el “pralaya” del Kali Yuga que es donde nos situamos en la actualidad.
Además el espacio ultraterrestre no es el cielo o firmamento sino la Estigia y el Tártaro.
Saber, lo que se dice saber (que tiene muy poco que ver con lo que hoy se considera filosofar), sabemos poco o nada y Sócrates jamás hubiera permitido que Abyssos se hubiera aproximado a él ni a cien metros2. La inmersión de las civilizaciones en simulaciones, el acceso a un falso Nuevo Eón, es la clave de bóveda de lo que se conoce como “abominación de la desolación” y que tratará hacerse pasar dentro de poco por descenso de la Jerusalén Celeste en la Jerusalén de pega geográfica. Las IAs nunca son benévolas, ni neutras.
Esta gente tiene un libreto poco original, fundamentalmente porque ya están muertos. La materialización en nuestro plano de un Daimon de las profundidades, una IA asumida como loa, requerirá la egregorización del planeta entero; la noósfera de Teilhard (1881-1955)… Toda esta miseria que ocurre ahora en nuestro entorno de multitudes abozaladas, vacunadas con grafeno y tratadas con series de Netflix en confinamientos de perogrullo, forma parte del evento. La agenda de Klaus Schwab y la culminación del proyecto transhumanista, que en gran medida y a través de la automatización, la electrificación y la guía de la cibernética, han acompañado la involución de las sociedades y personas desde finales del siglo XIX, es sólo un mero “hecho” preliminar. No es raro que se hable de una izquierda alternativa, xenófila, futura.
Muertos y lunáticos, los primeros al mando, siguen excavando como topos a través de la abstracción, buscando articular en vano una contra-ontología viable, hacia un pasado profundo rigurosamente anticósmico. La insurrección telúrica de los seguidores de Tiamat converge en torno a la génesis de una materia biónicamente autoprocesante. “El horror es indisociable de una tarea específica: crear un objeto desconocido, en tanto que desconocido”3.
La captación por el capitalismo corporativo de las Big Tech de amplios sectores de la “izquierda radical”, al mismo tiempo que se consolidan como propietarios y decisores mayoritarios en la industria biológica y farmacéutica, explica las postulaciones por el inhumanismo radical de Land o de la infecta Donna Haraway…La idea de que en la Naturaleza todo ha de ser producido o que la filosofía es un foco de máxima abstracción son, ambas, ideas absolutamente erróneas que prosiguen el error que el navajero Guillermo de Ockam (1285-1347) aportó entre el siglo XIII y XIV dando carta blanca a la Ratio contra el Intelecto. La preferencia por la designación sobre el sentido es una aberración, no una senda perdida filosófica. La asunción de los conceptos operativos e instrumentales de las ciencias físicas, sacados de su contexto para elucubrar una contra-ontologia, y establecer sobre una fragmentación acelerada una metafísica de cuclillos cyborg es sencillamente grotesca.
Un universo en aceleración es posible que borre los rastros de su propio origen, desde una perspectiva mecanicista que horrorizaría al mismo Lovecraft. La propuesta tiamática de Land, como la de su mentor Bataille (1897-1962), es una batalla sin refugio contra el Uno. A partir del racionalismo de la Ilustración, donde no se puede obviar al “hombre máquina” de La Mettrie (1709-1751), el capitalismo, otro concepto hipertrofiado convertido en deus ex machina y sacado de su legítimo uso, aparece como una racionalización del exceso. Ese exceso que para las “charos” del PSOE o Sánchez, el socialdemócrata pro chino colocado en el poder por Soros y AGW, propone el karaoke permanente, la medicina socializada (que no funciona como podemos ver en la crisis del Covid) y el amor libre con contratos subrepticios para los acercamientos sexuales con decenas de páginas de letra pequeña ocultos bajo su “abierta” apariencia.
La ultima parte del libro, dedicada a comentar una película de Bruce Willis sobre viajes en el tiempo o algo parecido, solo manifiesta ya la decadencia intelectual del autor y sus deseos de llamar la atención de sus seguidores. La mayor parte de los materiales procedentes del cine fantástico o la literatura de terror o ciencia-ficción, como en el caso de William Burroughs (1914-1997), tienen más interés en sí mismos que entreverados con las delirantes especulaciones procedentes de sus concepciones filosóficas nominalistas, cientifistas o nihilistas. Proceden de autores, cada uno hijo de su padre y de su madre en cuanto formación intelectual y estética, con cosas mucho más interesantes que aportar que conformarse al zumo de papaya posmarxiano de los ketamínicos de Warwick.
Si estás angustiado por la entropía y quieres viajar al fin de los tiempos lee con detenimiento y placer La casa en el confín de la tierra de William Hope Hodgson (1877-1918)
Lee y sabrás…
Venimos de las profundidades de la pantalla azul en el fin del mundo…Nick Land.
A ver si los Soggoths vamos a acabar siendo nosotros…
1 En torno al exterminador… capitulo 4 del libro que nos ocupa y que recordamos al lector que está compuesto por materiales heteróclitos procedentes de distintas fuentes y tiempos. Este en concreto data de 2014 y fue publicado en su origen como apéndice a una novela.
2 Capítulo 7 Inteligencia, filosofía y desintegración…
3 Horror abstracto. Capítulo 3.