Jadoo
10 de julio de 2021Lecturas totales 936 , Lecturas hoy 2
Frank G. Rubio
…”Jadoo”…
-¿Qué quiere decir eso?-indagué.
-Es una palabra hindú-me explicó-. Significa magia negra. Tiene que ver con el vudú. Eso seguro que te suena.
John Keel.
Un viaje iniciático a la búsqueda de números mágicos: la magia de Tamariz, que en gran medida, si se me permite, en esta etapa involutiva y fatal recapitula la magia toda de nuestro tiempo, constituye la materia/trama de este libro. La primera obra de su autor que se convierte en escritor/periodista precisamente en este contexto. Un autentico tour de force el de su largo periplo, iniciado en El Cairo, por los diversos orientes por los que se desplaza en el curso de la acción. Keel recoge todo tipo de informaciones preciosas, muchas de ellas periféricas al curso de su laberíntico taryecto, donde nos muestra sociedades en proceso de cambio con dirección a lo que denominamos “progreso” y dando cuenta pues de numerosas situaciones, instituciones, costumbres y fenómenos en fase de desvanecimiento, muchos ya son sólo recuerdo, de los que el autor da testimonio. En cierto modo es un libro sobre reliquias, una recapitulación enfocada hacia mundos desvanecidos acompañada por una peculiar mirada antropológica.
Terminaremos en la cumbre del mundo entrevistando a Tensing, el buen serpa que muy posiblemente fuera el primer hombre que puso sus pies en el Everest. Recorreremos el mundo de los encantadores de serpientes egipcios, viajaremos a la tierra de los “adoradores del diablo” en el Kurdistan, nos adentraremos en el misterioso mundo de los faquires en la India e incluso indagaremos en lugares inhospitalarios y helados, repletos de lamas solitarios, a la búsqueda del yeti.
Mi disfrute de la lectura de John Keel (1930-2009), con quien entré en contacto vía lectura del libro Disneyland of the Gods, es inversamente proporcional a la confianza que me merecen sus aserciones teóricas y fácticas. La mayor virtud de este autor, en mi opinión, es su buen oficio como narrador: su agilidad y amenidad novelescas, muy influidas por la literatura “pulp” de tiempos pretéritos. Un practicante también de ese periodismo que desafortunadamente se desvaneció y que dio sus mejores frutos en determinados momentos de la historia norteamericana, antes de la llegada de los voceros de la CIA y del enjambre de activistas trepanados que se han encargado de pulverizarlo. Señalar que su primer mentor y modelo es Charles Fort (1874-1932)
Jadoo, su primer libro publicado (1957) es pues un texto de lectura muy placentera donde el autor nos conmina acompañarle en una aventura trepidante que abarcará Egipto, como hemos señalado, con sus sórdidos encantadores de serpientes, Oriente Medio y sus polvorientas realidades físicas y humanas o la India, a la búsqueda del “truco de la cuerda”, para desembocar en el borde del Tíbet, en Sikkim, donde tropezará casi de frente con el “abominable hombre de las nieves” en las inmediaciones de la autentica bestia: el comunismo chino. Corresponsal freelance y aprendiz de mago, como buen admirador de Houdini que fue, esta narración a la búsqueda de conocer y dominar nuevos números y maestros en tierras lejanas, entreverada con otras vertientes de lo maravilloso más oscuras e inquietantes, tiene una fragancia polimorfa que convierte su lectura en magnética. Nos encontramos en cierto modo con un adelantado al Nuevo Periodismo que hizo eclosión en los sesenta en los Estados Unidos pero con contenidos de corte paranormal y esotérico. El excelente prologo de Pepe Aracil sitúa perfectamente al autor en su entorno y círculo de influencias literarias. La edición, excelente por lo demás, como nos tiene acostumbrados Reediciones Anómalas.
Y apostaría que su viaje, en la época y circunstancias políticas que lo realizó, estaba vinculado a actividades de Inteligencia de las que obviamente nada nos relata. Quizá también sus posteriores y sistemáticas incursiones en el mundo de los platillos volantes formaran parte de una agenda oculta, como su incursión en la fabricación de arquetipos de baratillo como el del “hombre polilla”. Pero esto es ya “otra historia”.