Cuando la mentira es verdad
13 de diciembre de 2020Lecturas totales 768 , Lecturas hoy 1
Eduardo Fort
Desde que la Serpiente engañó a Eva, que a su vez involucró a Adán en una dinámica de efectos inesperadamente catastróficos cuyas consecuencias se extienden a nuestros días, la mentira jugó y juega un papel fundamental en el devenir histórico, político y social de la humanidad. Defendida desde las élites como una herramienta pedagógica para evitar sufrimientos innecesarios, incluso el mundo del Cine graficó la necesidad de mentir para conservar la cordura y la armonía en películas como la muy estimable “Increíble, pero falso” (The Invention of Lying, Ricky Gervais-Matthew Robinson, 2009), donde se describe un mundo en el que las falsedades y los embustes, básicamente, no existen. En resumen: podemos decir -sin temor a equivocarnos y refutando a Karl Marx– que la mentira es, incluso más que la violencia, la gran partera de la Historia.
Esta tesis y el sinuoso camino que ella implica son lo que nos propone el periodista, investigador y editor José Manuel Bielsa-Gibaja en “Y si la Historia nos miente: Grandes mentiras y falsedades de la Historia” (Editorial Almuzara, 2020). Bielsa, con un lenguaje franco, no exento de academicismo y decididamente zumbón, encara frontalmente una serie de hechos -conocidos algunos, no tan conocidos otros, desconocidos otros tantos- pretendidamente históricos a los que califica acertadamente de “propaganda (…), bulo (…) o noticia falsa”, elementos que van con nosotros “desde que el mundo es mundo”. La selección diseñada por el autor satisface a todos los paladares. Marco Antonio y Cleopatra, Constantino, los libelos de sangre, los Protocolos de los Sabios de Sión, Orson Welles, la Guerra de Vietnam y hasta el propio Donald Trump desfilan por las páginas de “Y si la Historia nos miente” como comprobación fáctica de que la Humanidad ha construido sus creencias, valores y tradiciones sobre cimientos de, por lo menos, dudosa calidad.
Pocos eventos históricos escapan a la lupa del autor. Desde fenómenos puramente científicos a hechos que marcaron las vidas de quienes los protagonizaron, el propio autor dispara un aviso para caminantes por partida doble: la verdad “se parece al diamante, que tiene numerosas facetas” y las “constelaciones de historias” pueden afectar al “relato pactado”, llegando a “relativizarlo, invalidarlo o complicar su interpretación”. Aquí juega un papel fundamental ese inquietante, orwelliano y contemporáneo neologismo llamado “posverdad”: la distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales.
En definitiva: con un futuro intencionadamente polémico, el libro de Bielsa se presenta como (y, sin duda, es) un arma indispensable para sobrevivir en épocas de fake news (esa sofisticada versión de la mentira), engaños masivos y propagandas interesadas.