El cáncer de la superstición
7 de diciembre de 2018Lecturas totales 725 , Lecturas hoy 1
Frank G. Rubio
H.P.LOVECRAFT
El cáncer de la superstición
La Biblioteca del Laberinto S.L. (Madrid, 2018)
El hombre sincero está situado más allá del bien y del mal- entonaba una voz que no era tal – . El hombre sincero ha ignorado el Todo-es-Uno. El hombre sincero ha aprendido que la Ilusión es una realidad y que la sustancia es una impostura. E. Hoffman Price y H.P. Lovecraft.
Fue HPL (1890-1937) autor que osciló entre una muy elaborada y original cosmología conjetural, expuesta en sus ficciones, y un pesimismo intensamente personal vinculado a su creencia, sin duda influida por su peripecia vital, en la vacuidad de la acción humana que suponía se desarrollaba en el marco de un universo mecánico e indiferente. Numerosas y acertadas aportaciones inéditas, la casi totalidad de ellas traducidas por primera vez al español, tanto del “solitario de Providence” como de críticos potentes que han reflexionado sobre los aspectos más diversos de su obra, se insertan en este volumen, el segundo de la ambiciosa trilogía que Francisco Arellano ha ido compilando día tras día y de la cual dio cuenta anticipada con su primera entrega: Miscelánea 1: La vida privada (2017)
Es este libro de casi 500 páginas, ilustrado con buen gusto en blanco y negro, repleto de tesoros literarios muy variados relacionados con la obra de Lovecraft, el que ponen a nuestra disposición los editores de la Biblioteca del laberinto S.L.
Cinco apartados entre los que encontraremos en primer lugar un autentico y muy completo dossier de la colaboración establecida entre el creador del Necronomicón y Harry Houdini (1874-1926), compuesto por relatos, cartas y ensayos. Tras ello una muy necesaria y postergada tarea que no había sido realizada, que yo sepa aun por nadie, la publicación en condiciones de una selección de poemas de Lovecraft no relacionados directamente con el género fantástico o macabro; el lector podrá acceder aquí a una amplia selección de textos líricos, algunos de ellos primerizos, que dan perfecta cuenta de la sensibilidad neoclásica de Lovecraft. Más aun sabiendo que lo que valoraba por encima de sus narraciones era la poesía. Las partes tres y cuatro, para mi la parte del león, son una nutrida selección de ensayos del propio Howard Phillips sobre muy diversos temas (filosóficos, literarios, astronómicos, políticos…) y una colección de estudios críticos sobre las facetas más recónditas de su obra escritos en su mayoría por cualificados conocedores de la temática.
Pierre Versins (1923-2001), Donald Burleson, Max Duperray y Jacques van Herp (1923-2004) entre otros, yo los leería en este orden, nos atrapan con eruditas colaboraciones en las que trazan una muy completa semblanza de Lovecraft como escritor, cotejándolo en ocasiones con otras luminarias del genero. John E. Vetter y Mariano Martin Rodríguez nos entregan respectivamente muy eruditas y necesarias investigaciones, tanto sobre el elenco de los ilustradores de la obra de H.P.L. como sobre la existencia de numerosos apócrifos españoles vinculados al entorno de la literatura mágica, supuestamente ficticia, de corte lovecraftiano y de los cuales es figura destacadísima, aunque no está sólo, Rafael Llopis.
Entre los ensayos de Lovecraft comprendidos en este volumen, donde se muestra erudito, polémico y certero a la vez, me gustaría destacar, y estoy siendo completamente subjetivo: La literatura de Roma (1918), Algunos antecedentes del País de las Hadas (1932) y Herencia y Modernismo: el sentido común en las formas artísticas (1935). Por su, a mi juicio, inquietante conexión con la actualidad selecciono un par de párrafos del primer y tercer ensayos que obviamente molestarán a los carpetovetónicos defensores de la vulgata políticamente correcta, cosa que me trae absolutamente sin cuidado dada la irremediable necedad e intolerancia de la que hacen gala, por lo general, sus representantes. Comencemos por Roma:
El poderoso Imperio romano, con su moral corrompida bajo la influencia de Oriente, su espíritu oprimido por un gobierno despótico y su pueblo reducido a la degeneración por el mestizaje debido a una política de inmigración permisiva, dejó de repente de mantener un pensamiento creador para hundirse en una letargia mental que secó las fuentes mismas del arte y la literatura.
Y ahora, con relación a la agónica y omnipresente Modernidad de la cual la “postmodernidad” es pura y putrefacta prolongación, creo conveniente señalar le son plenamente aplicables estas sabias palabras:
Cuando una época dada no se siente “naturalmente” empujada hacia el cambio, ¿no es mejor continuar funcionando siguiendo las formas establecidas antes que preparar con cuidado novedades grotescas y sin significado basadas en esmirriadas teorías académicas?
La verdad es que, bajo determinadas condiciones, una política franca y viril de “reaccionarismo” (un renacimiento sano y vigoroso de antiguas formas de arte, justificado por su relaciones con la vida cotidiana), ¿no es infinitamente más sensata que una destrucción obsesiva y febril de las cosas familiares, o que la búsqueda laboriosa, monstruosa y sin inspiración de formas extrañas que nadie quiere y que nada pueden decir?
No puede faltar una ficción que tiene por objeto diseñar un Lovecraft alternativo, cuya muerte tiene lugar en 1991, que deviene “progresista” en determinado momento de su vida. Fantasía francesa afortunada, recomendable para los partidarios de “Lovecraft sin Lovecraft”.
No sólo opiniones sino atmósferas urbanas y campestres diversas, vinculadas a los viajes e intereses de nuestro héroe, que contra lo que muchos piensan se desplazó más de lo que creemos y gustaba con locura de la naturaleza y lo pintoresco. Vestigios del pasado colonial e incluso espacios megalíticos reales de Nueva Inglaterra, trasladados a sus narraciones, son tratados en varias piezas.
Un libro fascinante con innumerables recovecos cuya lectura obligará a revisar la opinión convencional sobre quien aportó, con su hincapié en el “horror cósmico”, un cambio de paradigma en la literatura insólita (weird).
Ningún nuevo horror puede ser más terrible que la tortura diaria de lo cotidiano. HPL