Velocidades malignas
5 de diciembre de 2018Lecturas totales 978 , Lecturas hoy 2
Frank. G. Rubio
(Aceleracionismo y capitalismo)
Benjamín Noys
Materia-oscura Editorial. Madrid, 2018.
Por consiguiente, se debe decir que los ángeles, en cuanto sustancias inmateriales, forman una multitud inmensa, superior a la muchedumbre de los seres materiales, que es lo que dice Dionisio: Muchos son los ejércitos bienaventurados de las mentes celestes, y tantos que exceden a la medida pobre y mezquina de nuestros números materiales. La razón de esto es porque, como lo que principalmente intenta Dios al crear las cosas es la perfección del universo, cuanto más perfectas sean las cosas, con mayor prodigalidad son creadas por Dios. Pero así como, tratándose de los cuerpos, la grandeza se aprecia por la magnitud, cuando se trata de seres incorpóreos puede apreciarse por la multitud. En efecto, vemos que los cuerpos incorruptibles, que son los más perfectos, tienen una magnitud que excede sin comparación a la de los corruptibles puesto que toda la esfera de los elementos activos y pasivos es muy poca cosa en comparación con los cuerpos celestes. Por tanto, es razonable pensar que las sustancias inmateriales exceden por su número a las materiales casi sin comparación. La causa de la multiplicidad de los ángeles no es ni la materia ni los cuerpos sino la divina sabiduría que estableció los diversos órdenes de sustancias inmateriales. Tomás de Aquino. Suma Teológica.
A más de ciento cincuenta años de distancia de la publicación de El Manifiesto Comunista se puede decir del marxismo, sin temor a equivocarse en lo fundamental, que encontramos en él una escatología secularizada procedente del judeocristianismo mezclada con ciencia económica (la de su tiempo) entreverada con algo de filosofía (poca y mala) y mucho periodismo; esta pretensión “científica” le hace difícil soslayar ya alegremente tanto el fiasco de muchas de sus predicciones como la muy ausente “parusía” prometida, relevada en el mundo de lo visible por feroces genocidios políticos y sociales; pero como en otros muchos cultos milenaristas, confrontados con la nulidad en el cumplimiento de sus promesas y la inadecuación de sus enseñanzas, esto no refuta sino que afianza a la grey en el fideísmo de base. Del proletariado como clase elegida a la multitud…y si antes había que sacrificar al campesinado ahora hay que hacerlo con el proletariado y las clases medias.
El capitalismo se nos viene encima como una acelerada monstruosidad líquida capaz de absorbernos…atruena uno de sus epígonos. Pura religiosidad pulp más allá de la, en apariencia, dificultosa pero en realidad inane terminología con la que los más tardíos voceros tratan de camuflar sus rocambolescas y anticuadas propuestas; el marxismo ha devenido superstición de secta y se ha convertido en generador de aviesas y sanguinarias distopías. Benjamin Noys es profesor de Teoría Crítica en la Universidad de Chisterter en Gran Bretaña.
Y es que el marxismo de las sociedades occidentales, aquellas que veían desde el otro lado de la barrera los horrores de los socialismos reales, experimentó modificaciones teóricas significativas tanto con ocasión de mayo del 68 parisino como con la “revolución cultural china” y la “caída” de la Unión Soviética. Fue sobre todo este último acontecimiento un auténtico shock para los creyentes. No es nada raro pues que sintonicen tan bien los herederos de la fantasía islamista con los de la leninista. Ambos permanecen unidos en la frustración de sus respectivas esperanzas apocalípticas por un núcleo inerradicable compartido de resentimiento abrahámico, también por su condición de cónclave exitoso de manejables racimos de esclavos mentales para jugadores avezados en la lucha por el dominio del planeta. Jugadores a los que obviamente se les da una higa el marxismo.
Mientras Bizancio se hundía fatalista ante el ímpetu feroz de los ejércitos turcos sus clérigos, los intelectuales de aquella época lejana, discutían, entre otras cuestiones marcadamente insensatas para nosotros, cual era el número de ángeles que podían caber en la punta de una aguja; temas considerados entonces preclaros para los inmersos, como diríamos ahora con suficiencia pedestre de bachilleres, en el paradigma cognitivo teocéntrico de su tiempo. En el pensamiento cristiano medieval, tanto católico como ortodoxo, todo gira en torno a Dios; en el marxismo añejo del siglo XXI que, repito, permanece en estado de shock tras la “caída del muro” y la transformación descarnada del maoísmo en “capitalismo de estado”, acontecimientos ambos no mencionados para nada en el libro, todo gira en torno al espantajo del “capitalismo” o “Capital”. Yo añadiría: …y de sus no demasiado ingeniosas alegorías; comenzando por la del “vehículo en marcha acelerado por el rail de la Historia” tomada como algo literal. Quizás por eso el ansia de nuestra insana y comunista alcaldesa por convertir en peatonales amplias zonas de la ciudad y reducir las velocidades de los coches que acceden a ella o la abandonan. Tras el aceleracionismo: el deceleracionismo lumpen y la parálisis sostenible, cosa que ya intuyó en cierto modo Virilio en El ultimo vehículo; aunque se produzcan fenómenos colaterales paralelos en la ciudad-experimento (hoy: Madrid/Barcelona, mañana: ¿el mundo?) como el incremento sistemático de muy lovecraftianos y abominables hedores, no recluidos a nuestra variante del mundo subterráneo: el muy idealizado, por los habitantes del frenopático de la izquierda, transporte publico colectivo. Los muertos viajan ralentizados pero están igualmente podridos. ¿Inmersión o fricción? Que diría el autor. Fricción cadavérica. Más allá de las divertidas, o no, aromáticas anécdotas de las ciudad-cloaca, smart-diversa-inclusiva, compatibles con la idea que se hace el marxista moderno de que todo en el capitalismo es mierda(1), comencemos por definir los términos de este seudoproblema que trastoca existencialmente a algunos seguidores cualificados de la “fe”en la actualidad(2) y que hunde sus raíces, al menos para el autor del libro de marras, en tres aportaciones bibliográficas posteriores a Mayo del 68. Comencemos por los pérfidos y desviacionistas grimorios porque este es un libro, por lo demás excelentemente traducido y editado, sobre herejes y sus obras,;sólo que acá el viejo y rancio el Diamat ha sido sustituido por la muy imperfectamente descongelada Tiamat:
El Antiedipo de Gilles Deleuze (1925-1995) y Félix Guattari (1930-1992)
Economía libidinal de Jean-François Lyotard (1924-1998) .
El intercambio simbólico y la muerte de Jean Braudillard (1929-2007).
Escritos todos durante la década de los setenta (72, 74 y 80 respectivamente) por autores fallecidos, lo que escatima la posibilidad de una respuesta, que vivieron el fiasco de las esperanzas generadas por los acontecimientos parisinos y el desencadenamiento casi inmediato del terrorismo internacional (y del otro) en su primera fase. Después el Diablo encarnó en las formas aparentes de Ronald Reagan (1911-2004) y Margaret Tatcher (1925-2013) y con la unificación de Alemania llegó el acabose.
Y ahora la síntesis del asunto a refutar por Noys: La única forma de salir del capitalismo es llevarlo más lejos, seguir sus líneas de fuga o desterritorialización hasta su últimas consecuencias, acelerar la producción más allá de todo limite y, de este modo romper, con los propios límites del capital. Aunque el mito del Capital, como aprendiz de brujo que desata unas fuerzas que no puede controlar, existía en embrión en Marx (1818-1883) es también un tema de inquietante similitud con elementos básicos de la escatología maniquea a los que no haremos referencia.
La mezcla de marxismo con psicoanálisis, la astrología del izquierdista, ha llevado, junto con las suposiciones erróneas sobre el símbolo propias de la semiótica y de otras hermenéuticas restrictivas, a legitimar teóricamente el “sometimiento al elemento destructivo”; expresiones grotescas como: “naturaleza inercial del capitalismo” o “la muerte quizá y solo ella como desafío simbólico”, junto con la idea de que “el Capital es capaz de absorber y parasitar cualquier intercambio simbólico”, forman parte de los lugares comunes de una izquierda de profesores no demasiado brillantes y de consumidores conspicuos, nunca saciados de novedosos simulacros culturales, absolutamente al margen de las realidades sociales y con cierta propensión a lo irracional y al pensamiento de grupo; muy satisfechos con sus prácticas “teóricas” delicuescentes hibridadas con el mundo de la cultura popular, más o menos alternativa, amalgamada al modo de Procusto con esta variante bizarra del “pensamiento único”(3) que es el marxismo post soviético. Nihilismo y malestar de quienes apoyaban todo tipo de devastación otorgada a los órdenes precapitalistas pensando que de la noche a la mañana las fuerzas productivas, o unos cuantos revolucionarios profesionales, iban a colocarles a ellos, los sublimes, a cargo de la dirección del estudio de la realidad. Ruina común y transformación revolucionaria, eran sus colores. De la búsqueda más o menos impostada de una “sociedad justa” al capitalismo como “forma social antiteleológica acéfala”. Tras los tóxicos efluvios convocados por estas letales apuestas seudo literarias, ocurridas en el patio trasero de las zonas menos frecuentadas del Zeitgeist y de regreso al mullido, sobre todo para estos miembros de los cuadros medios académicos, hogar fabiano, lo que queda es poco más que servir a Soros con fidelidad. Trump ha impedido hacerlo a pleno rendimiento con Hilary Clinton. El nivel teórico está a la altura de tan sutil elección de patronazgo y exige como chivo expiatorio exponer “a la crítica” algún hereje escogido ad hoc. La critica se dirige entonces, como en todos los conventículos, a algún miembro del propio “egregor” buscando su denuncia y exclusión; en este caso le ha tocado a Nick Land y a otros especialistas en la inmersión en la inmanencia. En otros tiempos hubiera acabado en el Gulag.
¿Parece algo de pirados? Lo es.
Por descontado que quien quiera entender algo, más allá de las vaciedades de la agónica secta que será galvanizada de vez en cuando por diversos contendientes corporativos en la comisión de sus intrigas, debe tratar de leer algo que le informe sobre la conformación social y cultural de la sociedad que ha potenciado el surgimiento de estos discursos y de sus usuarios académicos. Los libros de Daniel Bell (1919-2011) son muy recomendables(4).
Dejando aparte, y parafraseando a Gombrich (1909-2001), que habla de otra cosa en otro ámbito pero con potencial de reverberación analógica, señalar que no hay capitalismo sino capitalistas y destacar que la idea de llevar el capitalismo “más lejos”, elevando la velocidad por medio del trabajo o/y potenciando una ofensiva cibernética que el Capital “no podría controlar”, es algo que oscila entre la demencia y el wishful thinking. Más aún cuando estos conjuros son proferidos por burócratas universitarios(5) que es lo que son estos personajes concretos, cuya posición e influencia en el aparato productivo es mínima. Producto sin duda desde un punto de vista teórico de las concepciones mecanicistas del marxismo que ve en el desarrollo de las fuerzas productivas un deus ex machina, también de un antihumanismo de fondo que se concretizó durante las revoluciones rusa y china, entre otras, en carnicerías superiores incluso a las del nazismo.
Los resultados de quienes han puesto en práctica estas peculiares propuestas de trabajar a destajo para forzar la máquina (o de recomendarlo) no se han hecho esperar, no en el marco de la sociedad o de la Historia sino en el de la psicología y la existencia cotidiana; no es raro que se hable de “la imposible experiencia del trabajo sometido al capitalismo” sobre todo cuando se tiene en mente de manera más o menos subconsciente al estajanovista. Más aún cuando el acceso a los mercados mundiales de China, la India y las antiguas economías del COMECON, entre otras, han incentivado la competencia económica internacional y el crecimiento económico (acelerante) seleccionando negativamente a quienes permanecían anclados en horizontes de baja productividad, más socialdemócratas (decelerantes) que neoliberales; aunque las diferencias tras la Segunda Guerra Mundial eran mínimas entre ambos. Los capitalismos asiáticos recién incorporados, procedentes de la nube negra comunista, no consideran imprescindible generar sectores de bienestar como los elaborados en Europa tras su guerra civil por motivos políticos vinculados a la “guerra fría”. El Estado del Bienestar es, como “el arte moderno” potenciado por la CIA durante unas décadas, más una estrategia que un fin en sí mismo.
La lucha contra la herejía, cuando ya no se puede poner al servicio propio alguno de los poderes terrenales y desencadenar la represión directa o la censura sin trabas, un ideal que, como podemos ver con “lo políticamente correcto”, no será nunca abandonado del todo, ha de operar en el campo de las comunicaciones de masa mediante las cultural wars o como moda o postureo y, sobre todo, a través del acceso a las subvenciones oficiales y las instituciones. No es nada raro que el autor del libro haya descubierto las virtudes del deceleracionismo postulando de nuevo con una cara dura máxima los valores del Estado del Bienestar y el control propios de la socialdemocracia de ayer, hoy y mañana.
Lo que defiendo es una restauración de la sensación de fricción que interrumpe y quebranta la fantasía aceleracionista de una integración suave…Sería más interesante quebrantar la atracción que ejerce en las mentes humanas algo como el marxismo porque el deceleracionismo, vinculado a seudoconceptos como “sostenible” o imbecilidades como el cambio climático antropogénico que supuestamente “exige” la imposición planetaria de un socialismo verde, y que será causa muy posiblemente de una guerra civil en Europa en muy pocos años, es una tirada de dados de muy concretos sectores del capital financiero; los mismos que fabricaron la Trilateral en el pasado.
Según Walter Benjamin (1892-1940) peculiar combinación de cabalista fallido y periodista ingenioso con marcadas tendencias lúdico-orgiásticas: la Revolución significa echar el freno a un tren de la Historia que se halla fuera de control…Quien le iba a decir que compartiría vagón con Albert Gore o con un Papa jesuita con marcada afinidad por los menores…
Para el “neoesenio” tipo los efectos disolventes atribuidos al capitalismo sobre el viejo mundo son el preliminar de una muy deseable y niveladora compleción del nihilismo, que es entendido por esta piara(6) como el comienzo del Milenio; siempre y cuando quede excluido todo dominio masculino, entendido como protofascista. Tiamat, “la golfa de Babilonia”, vuelve a la palestra como “noosferatu” virtual y protoengendradora de ”superconciencia”. Los mismos que se escandalizan ante la idea de concebir (alegóricamente) la Gran Guerra como un intento de celebrar unos nuevos e inauditos desposorios con las potencias cósmicas conciben, en su arrogancia, la posibilidad literal de un dominio colectivo de la aceleración de los sistemas sociales mediante algún tipo de práctica social mistérica dirigida por algún tipo de comité. Confunden el síntoma con la causa y su propia y afectada mediocridad gregaria con los superpoderes otorgados por descerebrados guionistas a las nuevas generaciones de los homúnculos de Marvel.
El nuevo régimen comunista instaurado en Rusia se vio obligado a depender de la mano de obra. Fue este uso del trabajo vivo lo que hizo que pareciera posible restaurar el control y la voluntad humana sobre el despotismo del capital. Anteponer a toda costa el trabajo vivo podría ser el primer paso hacia un nuevo régimen de producción.
Cuando uno lee estas soflamas tergiversadoras que evaden exponer las hambrunas, los millones de muertos, heridos y desplazados en la guerra civil que acompañó la imposición de la dictadura bolchevique, se vienen abajo las venales justificaciones en nombre de una situación de emergencia. Situación generada precisamente en gran medida por la acción de estos revolucionarios profesionales, que no eran en la mayor parte de los casos otra cosa que asesinos, a los que el autor no puede evitar consignar como miembros del santoral de las doctrinas de la teología de la plusvalía. El malo resultó al final Stalin (1878-1953) por adoptar el tailorismo, como si no estuviera en el programa leninista originario convertir al país en una oficina de correos o extirpar física y culturalmente al campesinado. Si hay algún lugar en el que el hombre se haya transformado en mero apéndice de la maquina ese lugar fue la Union Soviética. Ideal pues que no se limita al futurismo y sí a las vanguardias en general que auspiciaron con su imaginación deteriorada el ideal grotesco y letal del “hombre nuevo”. Hoy reciclado como transhumanismo. Con o sin fricción.
La máxima intensificación dentro de la inmanencia hasta que la inminente extinción de la raza humana se vuelva accesible como pista de baile. Nick Land dixit.
Demasiadas drogas de diseño y demasiada música penosa experimentada en los contextos letárgicos y gregarios de las raves, no justifican tomarse en serio esto más que como un problema de salud e higiene personal. Las mutaciones y continuidades del capitalismo contemporáneo no pueden ser estudiadas al margen del carácter burocrático y corporativo de las sociedades realmente existentes. El “frenazo” del 2008, una mala gestión de una crisis financiera que arrojó al mundo hacia la recesión para mejor no perjudicar ciertos intereses concretos “humanos demasiado humanos” (“riesgo sistémico”), cuya frágil permanencia en la cima puede muy bien implicar una muy posible guerra generalizada en el futuro, similar a la Primera del siglo XX; asunto que cuenta con la simpatía de economistas como Paul Krugman o de marxistas como Fredric Jameson: guerras con extraterrestres que nos unirían frente al enemigo común o graves problemas climáticos que legitimarían la imposición de una dictadura militar que derivaría en socialismo de leva permanente, dejan clara la naturaleza de la herencia de la gentuza del 68 que es la que dirige culturalmente nuestro mundo. El imperio capitalista como escenario de un despliegue comunista sin precedentes, viejo vino colocado en nuevos odres.
¿Hay vida en la nueva Europa?
El libro va acompañado de referencias a producciones fílmicas, literarias y musicales de muy dudoso valor, más por el enfoque que por el material en sí, donde se proyectan todo tipo de fantasías y frustraciones del autor. En fin, mucho más interesantes son las ideas sobre los ciclos cósmicos procedentes de la Tradición que expusieron Guenon (1886-1951) o Evola (1898-1974) hablando del Kali Yuga y de aprender a cabalgar al tigre en épocas de disolución. Pues aquí hay una vertiente metafísica que no hurta a lo real cotidiano lo suprasensible y que no pretende echar el freno de emergencia para poder persistir como espectro conectado a una Inteligencia Artificial, sin duda “progresista”, que es lo que se nos avecina. La danza de Siva no tiene nada que ver con la apropiación de la ruina o la profundización en la suciedad que propone Baudiou.
Se parte de ideas mecanicistas y fisicalistas absolutamente erróneas, sobre el Capital(7) para llegar a la conclusión de que uno puede uncirse a determinados flujos y practicar el surf en ellos o, mejor aún, exponerse en el vuelo en caída libre de una simulación. A partir obviamente del fiasco en el reprocesamiento de la tecnología capitalista con fines comunistas se pretende dar marcha atrás, tras ver que el bolchevismo de salón de los situacionistas o las consejas nihilistas aceleracionistas no dan pie a ningún apocalipsis inmanente y sí a debacles grotescas, más o menos tragicómicas, en los devenires existenciales de unos cuantos profesores y adeptos a bellaquerías retoricas de menestrales.
Todo está condenado a perecer y a renacer por ello, según reglas afines con las nubes y no con los relojes. Y no habrá futuro de ningún tipo en cualquier caso para los caníbales.
1. ¿No será que tras el fracaso de los socialismos reales sólo pueden ser unos mierdas los que ven caca, y sólo caca, en el capitalismo?
2. “En un contexto de penoso Neoliberalismo, con tasas de crecimiento estancadas y rendimientos dependientes de expolios cada vez mayores, los cantos de sirena de la velocidad vuelven a atraer a los defensores de las teorías radicales”. SOLAPA
3. Terminología utilizada para designar cualquier política económica no dirigista.
4. El advenimiento de la sociedad postindustrial y Las contradicciones culturales del capitalismo, publicados ambos en España en 1994 y 2004 respectivamente pero escritos a mediados de los setenta. Contemporáneos de las insensateces comentadas en el libro de Noys.
5. Varios dirigentes del partido llamado Podemos, potenciado por Soros y la Oligarquía española, son también medianos representantes del profesorado de universidades españolas. Cada día menos valoradas estas últimas; aunque en general la Universidad es otro de los espacios sometidos a una descarnada decadencia en todo el planeta.
6. Dostoievski. San Lucas.
7. Las teorías neoclásica y keynesiana tienden a tratar el capital como una masa homogénea. Mises (1881-1973) dice que el capital “es un producto del razonamiento y su sitio está en la mente humana. Es un modo de ver los problemas de actuar, un método de calcularlos desde el punto de vista de un plan definido” Israel Kirzner en An Essay on Capital, señala que algo es un bien de capital porque es una estación de paso en el plan de alguien para producir un bien de consumo. Los bienes de capital, vistos como la multitud de elementos de distintos planes individuales, no pueden verse como una sola “cosa”. Estos planes cambian con el tiempo,creando bienes de capital completamente nuevos y haciendo inútiles a otros bienes que en un momento dado fueron bienes de capital. Los planes interactúan entre sí, algunos de ellos complementando a otros y ayudándose a su cumplimiento, otros contradiciendo a otros y haciendo que uno u otro plan se vea dificultado. Solo en una economía socialista en la que un consejo central dirige toda la producción, tiene sentido el concepto de un capital total de la economía. Gene Callahan.