El último discípulo de Lovecraft está aún por llegar
3 de diciembre de 2018Lecturas totales 707 , Lecturas hoy 2
Frank G. Rubio
Este ensayo publicado en 1971/72, que sólo tangencialmente focaliza su atención en los aspectos biográficos de Lovecraft y se centra en una parte limitada de su producción: la relacionada con el Ciclo de Cthulhu, es de irrenunciable lectura para los interesados en su obra. Escrito con amenidad y claridad, capacidad de síntesis e inteligencia, minucioso en su aparente vocación divulgativa tiene el interés añadido de hacer hincapié en los entresijos editoriales y literarios de las transformaciones de la herencia lovecraftiana; estamos lejos aún de los “lovecraftismos” al uso. Tras la fallida experiencia marital con Sonia Greene, interpretada por muchos con categorías ginecocráticas y normalizadoras muy alejadas de las propias vivencias de sus directos protagonistas, Lovecraft regresa a Providence y comienza a escribir febrilmente. En 1926 sacará de sus entrañas obras tan destacadas como: La llamada de Cthulhu, Aire frío, El modelo de Pickman, La llave de plata y La onírica búsqueda de la desconocida Kadath… Los Mitos de Cthulhu, clara manifestación de la mutación del genero de terror de la que hablaba Rafael Llopis por la misma época que fuera escrito este ensayo, daban sus primeros pasos. Gracias al apoyo y al proceso de realimentación desarrollado con sus amigos escritores, Lovecraft elaboró numerosas obras cosa que no hubiera probablemente ocurrido en otros contextos. El genio de Providence dedicaba más tiempo a correcciones y a trabajar como “negro” para otros que a escribir su propia obra, sobre la cual no tenia demasiada consideración. Su condición de caballero le hacía minusvalorar el plato de lentejas y valorar mucho más la amistad, el honor o la poesía. Escribió miles de páginas de cartas, sin más estimulo que compartir y muchas veces ayudar a escritores noveles. Las relaciones con sus amigos: Frank Belknap Long (1901-1994), Robert E. Howard (1906-1936, cuyo suicidio le dejó devastado), Clark Ashton Smith (1893-1961), el joven Robert Bloch (1917-1994) o el imprescindible August Derleth (1909-1971) están claramente explicitadas en el texto. Especialmente interesante es la exposición de la creación y vicisitudes de Arkham House: la editorial que montarán Derleth y Donald Wandrei (1908-1987) sin cuyo esfuerzo titánico, desarrollado desde Sauk City (Wisconsin) y la Mansión de los Halcones, quizás hubiera caído en el olvido la obra de Ech-Pi-El. La edición, cuidadosamente ilustrada, incluye bibliografía e índice onomástico. Lin Carter (1930-1988), admirador, seguidor y emulador de las obras de Lord Dunsany (1878-1957), Howard y Lovecraft, fue autor de una abundante obra de fantasía, “espada y brujería” y ciencia-ficción; escribió también ensayos sobre Tolkien (1969, hay traducción española) y la literatura fantástica en general.