La cueva de Salamanca y la magia del Marqués de Villena
14 de junio de 2013Lecturas totales 1,804 , Lecturas hoy 3
(Análisis de un mito hispano a la luz de las tradiciones esotéricas de occidente)Ediciones Atlantis. Madrid, 2013.
Raul Andrés Pérez.
Frank G. Rubio
Ensayo minucioso y erudito, asaz legible y coherente, que toma como punto de partida la leyenda sobre la cueva de Salamanca y la vida de Enrique de Aragón (1384-1434), aristócrata erudito y alquimista, conocido como el Marqués de Villena; aunque nunca hubiese podido acceder al título nobiliario en cuestión. Las dos primeras partes, de las cuatro que consta la obra, están dedicadas a estos aspectos siendo las restantes consagradas a exponer los elementos básicos filosóficos y literarios que corresponden a dar inteligibilidad emical contexto mágico y hermenéutico del mito, respectivamente. El libro, depurado de notas a pie de página, incluye una muy completa Bibliografía.
La Península Ibérica ha sido considerada desde la más lejana Antigüedad como asentamiento de numinosas presencias, lo cual ha dejado un rico acervo de relatos legendarios y personajes míticos. Es preciso destacar el papel que le cupo incluso antes de la invasión musulmana de ser crisol entre Oriente y Occidente. Tanto Toledo como Salamanca son ciudades que, desde muy antiguo, se consideran en el Imaginario lugar de asentamiento y enseñanza de escolanías secretas cuya finalidad era y es, presuntamente, la transmisión de enseñanzas esotéricas y/o mágicas; en gran medida a contracorriente del statu quodel momento.
Salamanca, como señala el autor, viene de Helmantikaque significa “adivinación”, ciudad pues de misterios además de prestigioso asentamiento universitario desde el medioevo. La cueva de Salamanca, reabierta en 1993 tras quinientos años de clausura ordenada por Isabel I de Castilla y anexa a la popularmente conocida como Torre del Marqués de Villena (que muy probablemente jamás pisase la ciudad), es la cripta de la iglesia de San Cebrián o Cipriano. Muy posiblemente en origen un antiguo centro cultual celta.
Como en Toledo, donde Hércules tiene también papel destacado como fundador, nos encontramos acá con una ciudad debajo de la ciudad, el autor no duda en calificarla de ultratelúrica y mistagógica donde se conservan, al decir de muchos a lo largo del tiempo, cultos paganos nocturnos en lugares subterráneos secretos y donde el mismo Demonio, según algunas versiones, sienta cátedra sobre las Ciencias de lo Invisible. Las leyendas y en general el folklore constituyen vehículos de permanencia de la Tradición. Un modo de conservar los saberes a través del tiempo. Como si lo real se organizase bajo el paradigma de las capas de cebolla, los anillos que encontramos en el interior de los troncos de los árboles o las muñecas rusas que se contienen unas a otras ad infinitum. Hacia el conocimiento de lo suprarracional, mediante el simbolismo vehiculado por el Inconsciente Colectivo.
Toda la primera y segunda parte del libro exponen: tanto lo que conocemos sobre la vida de Don Enrique de Aragón, como sobre la leyenda y sus vicisitudes y versiones literarias posteriores. Ruiz de Alarcón (1580-1639), Torres de Villarroel (1694-1770), José de Espronceda (1808-1842), etc. Sintetizando el mitema de la cueva de Salamanca: en la caverna, el diablo o una cabeza parlante, imparten enseñanza cada siete años a siete alumnos. Al final de la enseñanza, de corte no precisamente lectivo, uno de ellos ha de quedarse a vivir en los subterráneos o perder, si decide marchar al exterior, su sombra. Pero no todos asumen estos requisitos sin discusión.
Las dos últimas partes del libro están destinadas a exponer conceptos básicos (y no tan básicos) de alquimia y magia, haciendo hincapié en las aportaciones judías y árabes, siguiendo las concepciones metafísicas tradicionales; de corte metafísico platónico, en gran medida, y siguiendo sin dogmatismos lineamientos que podríamos calificar de guenonianos. Cuestiones como las cabezas parlantes o la sombra (alter ego) son expuestas con erudición y claridad. Queda claro que para entender estas leyendas, más allá de consignarlas como supersticiones, es preciso recurrir tanto al simbolismo como a la metafísica.
Enrique de Aragón, al que el autor califica con propiedad de “Fausto español”, fue uno de los personajes más fascinantes de su época caracterizada en gran medida por el conflicto y el desorden. Vivir en las postrimerías del siglo XIV y comienzos del XV en Europa, y más en España, era casi tan “interesante” como vivir ahora. Último superviviente legítimo de la Casa de Aragón muere sin hijos, con él se extingue la dinastía de los Condes de Barcelona. Fue uno de los más destacados eruditos de su tiempo, reuniendo una nutrida y significativa Biblioteca que sería expurgada tras su muerte por orden del rey Juan II. Tradujo a lengua romance tanto La Eneidade Virgilio como La divina comedia de Dante. Fue Maestre de la Orden de Calatrava, de donde salió escaldado, y resultó poco popular entre sus contemporáneos debido a su naturaleza estudiosa poco propensa a intrigas, guerras y saqueos. Sabía mucho del cielo y poco de la tierra, decían, y no le fue nada bien en los aspectos económicos y sociales aunque no llegara a conocer nunca la miseria, ni las privaciones. Con base a su vida se ha construido una interesante leyenda que junto con la salmantina antes citada constituyen el fulcro desde donde el autor, aplicando amplios conocimientos esotéricos y filosóficos, muestra que las leyendas en concreto este mito hispano, contienen auténticos tesoros para quienes saben y quieren encontrarlos. Fue autor entre otras obras, perdidas muchas de ellas, del primer ensayo de exégesis mitológica publicado en España: Los doze trabajos de Hércules.
Sintetizando el mitema: tras su muerte Enrique de Aragón encargó a su criado una compleja operación alquímica tendente a recrear en una redoma un homúnculo, formado a partir de restos de su cadáver, que le permitiera volver a la vida. El asunto resultó frustrado por mor de la superstición popular y la interrupción forzada del proceso.
Una reseña tan modesta, tanto en su extensión como en contenido, como esta hace poca justicia a este trabajo que en gran medida es un estudio de alta divulgación sobre magia y alquimia haciendo especial hincapié en las tradiciones relacionadas con el homúnculo, el golem, la cabeza parlante o la sombra. El autor discrimina, entre otras, con intensa precisión conceptual, realidades como: magia y alquimia; iniciación, gnosis y religión; espíritu, alma y materia. Expone con conocimiento y propiedad las diversas clases de magia y asevera con erudición, procedente de fuentes cristianas, paganas, árabes, judías e islámicas, sus argumentos.
Se echa de menos una mayor extensión en las consideraciones sobre la contemporaneidad de, más que de estas prácticas, las que caricaturescamente las han sucedido: genética, publicidad, inteligencia artificial y su conexión con la crisis de nuestro tiempo. Pero el libro tiene una pretensión aclaratoria de unas temáticas que, aunque universales, tienen una clara restricción espacio temporal. Cuestiones como el transhumanismo, con visos “frankensteinianos”, que permea ya descaradamente nuestro mundo y que tiene mucho que ver con lo tratado en la obra encuentran un trato intelectual verosímil y satisfactorio en los trabajos de Joseph P. Farrell y Scott D. de Hart.
Raul Andrés Pérez (Madrid, 1961) es un sólido investigador de las corrientes espirituales de Occidente y de las religiones abrahámicas y prepara, en la actualidad, un libro sobre Toledo y los mitos de la conquista y la reconquista de España. Es socio fundador del Centro de Estudios Históricos Juan de Herrera.